La gran volea de Marco Van Basten

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Hay goles que pasan a la historia por su importancia, otros son recordados por la dificultad que conlleva su ejecución y muy pocos son inmortalizados por lograr la combinación de ambos. Este es uno de esos goles que jamás se olvidan. El mundo entero había quedado boquiabierto con el gol de Maradona en el mundial de México tan solo dos años atrás. Pero la Eurocopa de 1988 nos iba a regalar un gol con mayor complejidad y con el mismo resultado, lograr levantar a un estadio entero. Así es, les hablo de la gran volea de Marco Van Basten.

Holanda era protagonista en el futbol mundial, pero tenía la desgracia de no solo no haber ganado nada importante, sino de haberse quedado allí, a la orilla de la gloria. Sin embargo, una generación que si bien, era menos brillante, no era mala en lo absoluto, terminó colocándose en la categoría de campeones de Europa.

Así como Cruyff lideraba a una selección poderosa en los años 70s, en la década de los ochentas un centro delantero único como muy pocos era la cara de un combinado que venía con intenciones de romper el maleficio de las finales. Marco Van Basten arribaba a la Eurocopa en un papel secundario y sumamente mermado por las constantes lesiones a lo largo de la temporada. Siendo clave en los partidos finales de la liga italiana de ese año, logró ser convocado por Holanda y se dispuso a querer cambiar el trayecto de su carrera y de la historia de su nación.

De menos a más, tras perderse el primer duelo de la fase de grupos por seguir en recuperación debido a su lesión. Marco tuvo que ver desde el banquillo a su equipo caer derrotado frente a los bien organizados jugadores de la Unión Soviética. Ni la vuelta de Rinus Michel, mítico entrenador de la selección en 1974 parecía recobrar de buen juego y vida al seleccionado neerlandés. Pero como si fuese parte de un milagro dictado por los dioses, Van Basten se recuperaba para el partido frente a los ingleses.

El delantero estaba mermado, esa era la verdad, pero se le permitió jugar, talvez más por la necesidad de ganar y el deseo del futbolista de hacer algo por su país, que por estar en forma. Frente a ellos, tenían a los creadores del futbol. Los ingleses comandados por Gary Lineker, goleador de la pasada copa del mundo, partían como grandes contendientes para el título, pero se toparían con un renacido Marco que iluminaria el camino de la victoria para la Naranja. Despachándose un hattrick, el 9 vestido de 12 de la selección, ponía en shock al mundo entero con una de las más grandes actuaciones de la copa europea de selecciones.

El primer gol llegaba tras un centro de Gullit al centro del campo y con un extraordinario giro de caderas, lograba colocarse frente al arco y quitarse la marca de su defensor, batiendo al arquero ruso. Para el segundo, nuevamente Rudd Gullit filtraba un gran pase para Marco, quien cruzaba la pelota al palo lejano, poniendo adelante en el marcador a su país quienes habían sido igualados al 53” por Robson. Tan solo cuatro minutos después, liquidaba el encuentro tras recibir de volea una pelota desviada por un compañero tras un tiro de esquina.

La fe de los neerlandeses estaba de vuelta. Y más por el duelo siguiente frente a los irlandeses, quienes cayeron derrotados por una pelota que se resistió milagrosamente a entrar a la portería holandesa y por un pelotazo de Koeman que entraba por lo justo al ser cabeceada por Kieft. Parecía que la fortuna esta vez venía de su lado. Sin embargo, su siguiente rival, era su némesis, el verdugo alemán volvía a tener un enfrentamiento clave con ellos.

Los alemanes eran anfitriones, poderosos y bien organizados como siempre. Tras adelantarse por la vía penal gracias a Lothar Matthäus, los fantasmas del mundial del 74 parecían apagar la fiesta en los países bajos. Un oportuno penal sobre Van Basten era bien marcado por el defensa Koeman y el partido se igualaba. El juego parecía irse al alargue, hasta que un pase filtrado a Marco era aprovechado por él, quien a pesar de la incomodidad del defensor y que venía cayéndose, logró rematar cruzado para liquidar el encuentro y dar un golpe sobre la mesa en aquella mítica rivalidad.

Alemania era eliminada en casa y Holanda por fin, podía verse como campeona. Sin embargo, le faltaba un último rival, la Unión Soviética que ya le había derrotado en fase de grupos, aunque esta vez, contaban con la estrella Van Basten. El estado de Olympia en Múnich era el escenario de esta final. La última gran selección soviética llegaba con ganas de por fin campeonar, tras derrotar a una fuerte y bien nutrida Italia en todas sus áreas.

El partido comenzaba con unos soviéticos aguerridos y con largos ataques ofensivos. Breukelen era una muralla y tapó un par de tiros, motivando a sus compañeros a salir. Fue entonces que tras un centro alto, Van Basten recentraba exitosamente una pelota para su compañero Gullit quien con firmeza cabeceaba el esférico hacia las redes. Los dos mejores jugadores de la selección, el torneo y el año, ponían a su país por delante. Era la tarde que pasaría a la historia.

Al minuto 54” llegaría la jugada que inspira esta crónica. Una recuperación de Koeman en un ataque ruso, iniciaría la contra. Arnold Mühren por la banda izquierda lanzaba una pelota alta con poco peligro en dirección de Marco. La peligrosidad parecía desaparecer por aquel centro, sin embargo, Van Basten tenía pensada una genialidad. No fue suerte, su tiro fue meticulosamente calculado por el goleador.

Midiendo la caída del esférico recibió la pelota en un ángulo cerrado de cara a la portería. Recibiendo de volea colocaba una pelota al segundo palo, lo suficientemente elevada para superar al arquero pero para no estrellarse en el larguero. El estadio de Múnich se alzaba en una clara muestra de ovación y rendición ante la majestuosa obra de arte que habían presenciado.

Marco firmaba una de las más grandes actuaciones en la historia de todos los torneos de selecciones. Como película, superaba las lesiones para darle a su nación, aquel importante trofeo que les faltaba. Cruyff y el futbol por fin sonrían, Holanda era por fin campeona de Europa. Marco terminaría ganando el balón de oro, y a aunque su historia ya había iniciado temporadas atrás con el Ajax, fue después de aquella Eurocopa que su carrera fue ascendiendo hasta la cima.

Con tres balones de oro después, Van Basten se colocaba como el mejor delantero de su época y uno de los mejores de la historia. Marco Van Basten terminó como un claro ejemplo del “qué habría sido si no hubiese sido tan mermado por las lesiones”. Probablemente, un jugador que habría peleado por el puesto del mejor futbolista de todos los tiempos.