La desaparición de los fideicomisos

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Ha estado en boca de todo el país la posible extinción de 109 fideicomisos públicos que los diputados federales, por mayoría morenista, decidieron desaparecer la semana pasada y que en breve estará en manos de los senadores para que sea o no una realidad.

Hay opiniones a favor y en contra, porque si bien es cierto que nuestro país apesta a corrupción y es imperante detener el desvío de recursos que todos los mexicanos aportamos a través de nuestros impuestos, también es cierto que no está del todo claro qué es lo que sucederá con esos 68 mil 400 millones de pesos.

Recientemente Andrés Manuel López Obrador dijo en una de sus conferencias de prensa que, buscando agilidad y transparencia, pondría a ocho funcionarios (muy rectos e imparciales, claro) a evaluar quién es quién y a quiénes les estaban dando apoyos para que se diera seguimiento.

Dijo el presidente: “La misma directora del Conacyt, por ejemplo. Rodolfo González, director de RTC, nos va a ayudar en todo lo que tiene que ver con gobierno, relaciones exteriores y seguridad. Javier May, secretario de Bienestar, todo lo que tiene que ver con lo social. Y así. Carlos Torres va a ayudar en todo lo que tiene que ver con lo económico. En el caso de educación, cultura y deporte, ya lo dije, es Antonio Álvarez Lima”.

Por su parte, Arturo Herrera, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), aseguró que la desaparición de estos fideicomisos no pondrá en riesgo los recursos que van a programas educativos, de cultura, ciencia, salud, deporte, seguridad y protección civil, defensa de los derechos humanos, entre otros.

¿Y entonces? ¿Cómo le van a hacer? ¿No era mejor opción evaluar qué tan necesario son, auditar fideicomiso por fideicomiso, denunciar en caso de detectar “desvío” de recursos y “sanearlos” para garantizar su buen funcionamiento?

Muchas voces se han levantado en contra, no sólo “la oposición”, también hay científicos que han reclamado al gobierno que no les ha sido suficiente los recortes a los presupuestos al sector educativo e investigación; cineastas cuyos proyectos dependen de estos estímulos; periodistas que viven cada día en uno de los países más peligrosos para ejercer su profesión y que su cuidado, así como el de personas desaparecidas, también se financia con estos recursos, entre muchos otros que se verán afectados directamente por la falta de estos apoyos.  

Entre los fondos que desaparecerían están el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología, el Fondo de Desastres Naturales, el Fondo Institucional del Conacyt, el Fondo de Financiera Rural, el Fideicomiso Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), el Fondo Sectorial para la Innovación, el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, el Fondo Sectorial de Investigación Ambiental, entre otros.

No hay plazos claros para que, en caso de que efectivamente desaparezcan los fideicomisos, se reanuden los apoyos. Y francamente tampoco hay garantías de que esos 68 mil 400 millones de pesos se distribuyan de manera transparente y donde verdaderamente se requieran.

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