La Ciudad Imaginada: “Gestión integral del territorio”

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Las ciudades a nivel mundial enfrentan fuertes tensiones debido al acelerado proceso de expansión que han venido sucediendo en las últimas décadas.
Para contrarrestar los desajustes, han venido confluyendo iniciativas globales desde hace más de cuarenta años. La primera tarea institucional en el ámbito de la ciudad ocurrió en 1976 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) organizó la cumbre mundial Hábitat I en Vancouver.
La última tarea relevante ocurrió en Quito en 2016 con la aprobación de la Nueva Agenda Urbana, en donde se establecieron 3 compromisos transformadores. El primero, se refiere a trabajar para alcanzar un desarrollo urbano sostenible que considere la inclusión social y la disminución de la pobreza; el segundo, referido a la prosperidad urbana, alentando una visión sostenible e inclusiva , buscando ampliar las oportunidades para todos; y la tercera, generar los mecanismos para integrar los recursos ambientales al ámbito urbano y resiliente.
Para que esto suceda, hay que disponer de un marco normativo e institucional robusto, a escala nacional, estatal y municipal. En el caso de México, sucede una debilidad gubernamental añeja, donde los políticos están más interesados en ampliar su cuenta bancaria que en trabajar desinteresadamente por el bien comunitario.
El fortalecimiento de las capacidades institucionales y del marco de actuación se puede definir como la Gobernanza Urbana, tan deseada e inalcanzable como la sostenibilidad.
Para que logremos una administración urbana eficaz hay que promover el establecimiento de políticas urbanas inclusivas, factibles y participativas, donde los planes se constituyan en instrumentos efectivos para el cambio y el desarrollo urbano.
La implementación exitosa de los mecanismos urbanos lleva a una gestión integral del territorio, la cual va acompañada de una fuerte voluntad política, promoviendo la adopción de normas y esquemas transparentes que favorezcan la participación de actores diversos y de la sociedad organizada.
Un aspecto esencial en estos esfuerzos es la aplicación estricta de los planes en cada nivel. No hay nada peor que tener un marco normativo y de planeación (aunque sea de una calidad cuestionable) que no sea respetado. Y peor, cuando la violación de la norma llega de la mano del responsable de aplicarlo, que en el caso local corresponde a la autoridad municipal.
Por ello, es altamente cuestionable que el Ayuntamiento de Puerto Vallarta haya avalado la modificación discrecional de los instrumentos de planeación urbana para favorecer la sobre-densificación de sitios con alto apetito inmobiliario como la Zona Romántica.
De esta manera, comprobamos en la dinámica vallartense (y mexicana), que el principal problema es la suma acumulada de deficiencias institucionales, muchas de las cuales ocurren de mala fe.
Para acceder a una gestión integral del territorio, deberemos transitar hacia sistemas de planeación renovados, democráticos, participativos, incluyentes, transparentes, continuos y flexibles para trascender prácticas unilaterales, rígidas y prohibitivas de la metodología tradicional.
En nuestro contexto tenemos el recurso humano y material para planear mejor nuestra ciudad. El problema es que se atraviesa la codicia, corrupción e intereses de unos cuantos poderosos que echan en saco roto la posibilidad de una vida plena y compartida para nuestra comunidad.

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