La ciudad imaginada: “Desarrollo urbano vallartense en 1970”

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José Alfonso Baños Francia.

ciudad.imaginada.pv@gmail.com

El explosivo crecimiento urbano generado a principios de la década de 1970 tras a adopción de la actividad turística en Puerto Vallarta, alentó la expropiación de 5,262 hectáreas de tierras ejidales en los municipios de Compostela (Nayarit) y Puerto Vallarta (Jalisco), creando para tal efecto el Fideicomiso Traslativo de Dominio Bahía de Banderas.

De ellas, 1,026 hectáreas fueron enajenadas al ejido Puerto Vallarta, instrumentándose en 1973 el Fideicomiso Traslativo de Domino Puerto Vallarta. La intención del gobierno federal era disponer del marco jurídico para dar certeza a la tenencia de la tierra y favorecer el crecimiento económico, turístico y urbano en el territorio local.

Los límite fijados para la expropiación fueron: al norte, la ribera de la vena de los Tules; al oriente, la colonia Palo Seco; al, sur, la zona de Palo María; y al poniente, el océano Pacífico. Como lo señala don Carlos Munguía, “de acuerdo con los estudios realizados por el departamento técnico del fideicomiso, 400 de las 1,026 hectáreas estaban ocupadas por 234 residencias de extranjeros, 32 hoteles, 35 edificios para el turismo, 9,500 predios (de los cuales más de la mitad de sus poseedores habían solicitado su registro) y 40 hectáreas ocupadas por el Fundo Legal” (Centro).

El dinero obtenido por la venta legal de estos predios se destinó a realizar obras de infraestructura, como la introducción de agua potable y drenaje, apertura de calles y caminos, remodelación urbana y adecuación de viviendas.

Con ello, y siguiendo el texto de don Carlos Munguía, sucedió “la apertura de más hoteles, restaurantes y la misma industria de la construcción, atrajo a miles de inmigrantes del Valle de Banderas y de otras regiones de Jalisco y estados vecinos. En 1976, el movimiento migratorio fue de 22,772 personas, quienes representaban casi el 60 por ciento de la población total del puerto”.

         En 1975 se elabora el “Plan General Urbano” de Puerto Vallarta por la Junta General de Planeación y Urbanización de Jalisco, para prever y controlar el excesivo crecimiento demográfico (cercano al 13% anual) y la constante ampliación de la zona urbana. De continuar el ritmo de expansión, Vallarta sufriría graves problemas como la pérdida de elementos naturales y urbanos. El Plan General contenía tres etapas: 1) investigación, análisis, diagnóstico y pronóstico; 2) formulación del plan general y planes parciales; y, 3) ejecución con la participación del sector público y privado. El Plan General Urbano constituye el primer antecedente de planeación urbana local, sin embargo, su aplicación no trajo los resultados esperados, debido a la gestión sectorial y vertical, con una actuación gubernamental apoyada en el sector privado estatal, pero sin una participación local decidida.

Por lo que respecta a las obras de dotación de equipamientos y servicios, durante la administración municipal del ingeniero Eugenio Torres Ramírez (1977-1979), se edificaron espacios como la nueva sede de la Presidencia municipal, el mercado Río Cuale, el mejoramiento de caminos al Pitillal, entre otros.

En 1978, el presidente José López Portillo decretó la creación de la “Comisión de Conurbación de la Desembocadura del Río Ameca”, iniciativa pionera para el ordenamiento regional y territorial en el territorio de la Bahía de Banderas. El objetivo principal era “prever y adelantarse a los problemas que podrían surgir en los años siguientes, provocados por el acelerado crecimiento de algunos centros de población, principalmente Puerto Vallarta cuyo crecimiento amenazaba con alcanzar proporciones gigantescas y desproporcionadas, al atraer a miles de pobladores”.

El Plan se aprobó y fue presentado ante la Comisión Nacional de Asentamientos Humanos en 1980. Si bien la intención era regular el explosivo crecimiento de la región y evitar una urbanización sin límites, las acciones se vieron limitadas ante el interés económico y político de la industria turística. Sin embargo, estas acciones constituyeron un antecedente importante en materia de planeación urbana en el puerto.

En 1980, la población ascendía a 57,028 residentes y la ampliación de la planta recreativa continuó, sobre todo en la Zona Hotelera Norte gracias a la edificación de los hoteles Fiesta Americana, Holiday Inn, Buganvilias Sheraton o Condesa del Mar (hoy hotel Viva Vallarta). Una vez más, citando al entrañable Carlos Munguía, se sabe que “en 1973, la oferta de cuartos era de 1,760, y en 1981, las habitaciones disponibles habían aumentado a 4,783”.

El modelo turístico y urbano consistía en dotar de terrenos frente al mar a los hoteles y demás equipamientos de soporte, dejando la avenida de ingreso como elemento de separación entre la franja turística para limitar el acceso público a las playas y garantizar los mejores territorios para la vivencia de los turistas.

Este esquema ha continuado hasta nuestros días contribuyendo con la vivencia diferenciada entre la franja turística y la zona de vivienda de los vallartenses.