La autoestima en el trabajo
“Hasta hace poco, la inteligencia era un lujo que nada tenía que ver con la cruda realidad de la supervivencia”
Se trata de pensar mejor, para vivir mejor
Partiendo de la definición de riqueza que nos da el especialista y a asesor de empresarios Nathaniel Branden en uno de sus libros, donde describe que: La riqueza se crea transformando las materias de la naturaleza con el fin de servir al ser humano convirtiendo una semilla en una cosecha, transformando una catarata en una fuente de electricidad, convirtiendo mineral de hierro, piedra caliza y carbón para crear acero, y dando a ese acero la forma de vigas para un edificio de apartamentos.
Entonces si toda la riqueza es el producto de la mente y el trabajo, del pensamiento que dirige la acción, entonces una manera de comprender la transición de la economía agrícola a la industrial es diciendo que el equilibrio entre esfuerzo mental y el físico cambia radicalmente. Habría que remontarnos a los diferentes tipos de economías que existen, por ejemplo en la economía agrícola, la riqueza se identificaba con la tierra. En la economía industrial, se identificaba con la capacidad de producir cosas: bienes capitales, máquinas y diversos materiales utilizados en la producción industrial.
Así se puede distinguir como en cualquiera de estas sociedades, la riqueza se entiende en términos materiales: bienes físicos, no conocimientos e información. Esto quiere decir que a medida que evoluciona el desarrollo tecnológico, la proporción continúa avanzando a favor de la mente. Y a medida que la mente se vuelve más importante, la autoestima gana relevancia.
Confiar en sí mismo quiere decir que tanto si tú eres un director como si te acabas de embarcar en tu primer empleo, tu principal fuerza económica está en tu capacidad de pensar (Lo que ahora llamamos “inteligencia emocional”). Una vez comprendido esto, consideremos por qué y cómo puede tu autoestima desempeñar un papel vital en la vida y la carrera profesional que tú creas para tu propio provecho.
Recuerde que lo decisivo para el futuro no es la derrota en sí, sino la aptitud con la que las afronta. Un sinfín de exitosos empresarios han tenido una o varias quiebras y fracasos en sus pasados, pero no fueron esas situaciones las que definieron lo que podían llegar a ser.
El industrial del acero Andrew Carnegie afirmó que esta vez: <<Puedes quitarnos nuestras fábricas, nuestro negocio, nuestros medios de transporte y nuestro dinero. Déjanos sólo nuestra organización y en cuatro años habremos vuelto a establecernos>>. Lo que quería decir era que el poder está en la fuente de riqueza, no en la riqueza en sí. Es decir en la causa no en el efecto.