La importancia del pensamiento de Simone de Beauvoir

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El 9 de enero de 1908 nació en París Simone de Beauvoir, pensadora vital de la lucha feminista actual.

Su obra fue absolutamente revolucionaria al representar un punto de partida del feminismo tanto a un nivel existencialista, como humanista y constructivista. 

El segundo sexo 

Una de sus obras más destacadas es ‘El segundo sexo’, el cual es una inteligente y sutil reflexión filosófica sobre el cuerpo en el centro del feminismo:

“Si toda existencia humana es definida por su situación, la corporalidad de la mujer y los significados sociales que se le atribuyen condicionan su existencia”.

Este pensamiento puede parecer sencillo, sin embargo sigue más vigente que nunca: la mujer es vista como un cuerpo sometido a tabúes y estereotipos que legitiman discriminaciones sociales.

 

Definición de patriarcado

Patriarcado: una palabra que causa tanto miedo y que actualmente es usada para criticar negativamente al feminismo.

Veamos lo que Beauvoir definió como patriarcado.

Para empezar, Beauvoir criticaba el dicho “todos somos seres humanos”. Hay inevitables dependencias entre nuestro cuerpo y la mente, por lo que la experiencia corporal condiciona absolutamente la forma en que nos enfrentamos al mundo. En el caso de la mujer, esto se acentúa pues las significaciones sociales se estructuran en una sociedad desigual:

“El hombre percibe su cuerpo como una relación directa y normal con el mundo (…), la mujer tiene ovarios”. 

Desde niñas, a las mujeres nos enseñan que debemos proteger nuestros cuerpos y proyectar feminidad en todo momento. No importan las oportunidades que tenga cada mujer, a todas se nos enseña lo mismo:

“Existe una base común que subyace a cada existencia individual femenina en el estado actual de educación y costumbre”. 

Y es este enfoque estructural con el cual Simone de Beauvoir define al patriarcado.

 

La frase revolucionaria “No se nace mujer: se llega a serlo”

Beauvoir cuestiona por qué la palabra “hombre” define a la parte masculina de la humanidad pero también a la humanidad entera como género. Mientras que la mujer representa a la mujer, nunca a la humanidad:

“Él es el Sujeto, es el Absoluto: ella es la Alteridad”.

La masculinidad siempre se ha mostrado a través del tiempo como una idea de un sujeto libre con iniciativa y audacia; el que crea y narra su propia historia, como en la Odisea: mientras la trascendencia de Ulises se debe por su valor e independencia, Penélope se muestra como una mujer encerrada en su destino, que solo piensa y espera servir y entregarse a un hombre.

Por ello, Simone de Beauvoir asegura que la mujer es “inmanencia”: existe como objeto antes que sujeto.

Lo primero que buscará una mujer será la de agradar. Crecerá deseando a un hombre sin importarle ejercer su libertad. Su confianza se verá mermada si sus deseos no coinciden con lo que se espera de ella como mujer.

De este pensamiento es que surge la revolucionaria frase:

“No se nace mujer: se llega a serlo”.

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