Imparable el nepotismo con Claudia Sheinbaum: ahora le tocó a la familia Encinas

Desde su ascenso al poder, Morena ha pregonado su intención de erradicar prácticas tradicionales de corrupción y compadrazgo en el país
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En un acto que pone en entredicho las constantes declaraciones del gobierno federal sobre su lucha contra el nepotismo, la reciente designación de Alejandro Encinas Nájera como Subsecretario de Buen Gobierno en la flamante Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, ha desatado una ola de críticas y cuestionamientos.

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Alejandro Encinas Nájera, hijo de Alejandro Encinas Rodríguez, actual funcionario en el gobierno de la Ciudad de México, representa un caso flagrante de nepotismo que contradice el discurso oficial de la administración de Claudia Sheinbaum.

Desde su ascenso al poder, Morena ha pregonado su intención de erradicar prácticas tradicionales de corrupción y compadrazgo en el país. Sin embargo, en los hechos, esta designación revela que la promesa de transformación queda solo en palabras.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, incluso anunció recientemente que enviará una iniciativa de reforma para combatir el nepotismo. Sin embargo, con este nombramiento, ha demostrado una preocupante falta de coherencia entre su discurso y sus acciones.

Críticos del gobierno no han tardado en señalar que este movimiento confirma sus denuncias sobre la hipocresía y el cinismo de los gobiernos emanados de Morena. La figura de Encinas Rodríguez ya estaba bajo el escrutinio público, y ahora su hijo asume un cargo clave en una secretaría cuya misión debería ser garantizar la transparencia y combatir la corrupción.

El mensaje que se envía a la opinión pública es devastador: las redes de influencia familiar parecen prevalecer por encima de la meritocracia y los principios que el gobierno asegura defender. ¿O será que sigue al pie de la letra las órdenes que recibe desde Palenque?

El nombramiento también lanza una sombra de duda sobre la capacidad del gobierno de Sheinbaum para liderar con autoridad moral en la lucha contra la corrupción. En lugar de dar un ejemplo contundente de imparcialidad y compromiso con el bien común, esta decisión alimenta la percepción de que las promesas de “cambio verdadero” no son más que retórica vacía.

Las redes sociales y diversos sectores de la sociedad civil han manifestado su indignación, exigiendo explicaciones claras sobre los criterios utilizados para este nombramiento.

Si bien el talento y la experiencia de Alejandro Encinas Nájera podrían ser debatibles, el simple hecho de ser hijo de un alto funcionario empaña cualquier intento de justificar su designación.

La presidenta Sheinbaum enfrenta un desafío monumental para recuperar la confianza de un electorado que exige congruencia.

En un momento en que el combate a la corrupción debería ser una prioridad, acciones como esta erosionan la credibilidad del gobierno y fortalecen las voces de los críticos que lo acusan de ser una continuación de los viejos vicios políticos que tanto han dañado a México.

Los recientes casos del hijo de Guadalupe Taddei y ahora el de Alejandro Encinas, no solo son un golpe a la lucha contra el nepotismo, sino también una prueba más de que, en la praxis política, los discursos pueden quedar ahogados por los intereses familiares y de grupo.

EU

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