La igualdad política en una democracia

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En una democracia prevalece la idea de que toda la población que habita en ella debe ser tratada con igualdad política. Sin embargo, ¿qué tan lejos estamos de alcanzar ese objetivo?

La realidad es que si creemos en la democracia como un objetivo o ideal, entonces también deberíamos considerar a la igualdad política de la misma manera.

Para comenzar este tema debemos tener en cuenta que la igualdad política se trata de un juicio moral que le brinda a todos los seres humanos el mismo valor intrínseco, así ninguna persona es superior a otra, por lo que se le debe dar igual consideración a todos. A esto, en las ciencias sociales se le conoce como “igualdad intrínseca”.

En estas últimas elecciones pude percatarme que gran parte de la población se cuestionaba sobre quién o quiénes están mejor calificados para decidir sobre el rumbo que tomaría el país a través de las votaciones.

Si centramos nuestra atención en el gobierno de un Estado, la suposición más prudente sería que ninguna persona está mejor calificada que otra; nadie puede encomendar el gobierno del Estado con autoridad absoluta y definitiva.

¿Por qué?

Porque como bien lo dijo el historiador Acton, “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Veamos tres puntos esenciales sobre esto:

  1. No importa cuáles son las intenciones de un gobernante al inicio de su mandato, siempre existe la posibilidad de que sus compromisos se transformen con el tiempo, de modo que la búsqueda del “bien público” que pregonaban durante sus candidaturas se puede convertir en el mantenimiento de sus propios intereses.
  2. Si algo nos han enseñado los regímenes autoritarios es que sus más grandes errores se han cometido con total impunidad, por lo que el debate y la controversia se convierten en medios esenciales para la búsqueda de la verdad.
  3. Y por último, a estas alturas del 2021 me pregunto si habrá personas que aún piensen que las clases obreras, mujeres y minorías raciales deben quedarse fuera de la participación política.

Si la igualdad política es conveniente para gobernar un Estado democrático, ¿cómo es posible alcanzarla? 

Esta pregunta no ha podido ser respondida con certeza por ningún científico social, por supuesto que la autora de esta nota tampoco tiene la respuesta. A menos que tengamos un concepto sobre lo que es “ideal” para comparar la realidad, nuestro razonamiento será puramente arbitrario.

Sin embargo para fines del presente escrito, podemos plasmar un “ideal” como un objetivo conveniente, que aunque no podamos nunca alcanzar la perfección, sí deberíamos tenerlo como un nivel al que debemos aspirar como una sociedad democrática.

¿Existe la democracia ideal?

Para que una democracia pueda llamarse ideal, debe tener las siguientes características:

  • Una participación efectiva, donde todos los miembros tengan las mismas oportunidades de expresar sus puntos de vista sobre lo que debería ser la política.
  • Igualdad en la votación.
  • Adquisición de conocimiento, lo que quiere decir que cada miembro de la sociedad deberá tener las mismas oportunidades de aprender sobre políticas y las consecuencias de su aplicación.
  • Los miembros de la sociedad deberán tener la capacidad de elegir los temas que formarán la agenda.
  • Derechos fundamentales, que se traducen como el derecho a participar, a que el voto cuente igual que los demás y participar en las relaciones de igualdad con los conciudadanos.

Entonces, la democracia consiste no solo en procesos políticos, sino que también es un sistema de derechos fundamentales.

Hagamos un análisis sobre estos puntos partiendo de nuestra experiencia como mexicanos y preguntémonos, ¿la democracia de nuestro país es una realidad ideal?