Hombre de la tercera edad denuncia agresión en Marina Vallarta (VIDEO)

Un altercado entre un peatón y un directivo de Marina Vallarta desata preocupaciones sobre la seguridad en una de las zonas más populares de Puerto Vallarta
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La mañana del miércoles en el malecón de Marina Vallarta, conocido por su tranquila atmósfera y visitantes relajados, se transformó en escenario de una disputa intensa que terminó en agresión física.

El incidente, que involucró a un arquitecto de la tercera edad y a un directivo del área, ha dejado a la comunidad local cuestionando la seguridad en este pintoresco rincón de Puerto Vallarta.

Todo comenzó alrededor de las 11 de la mañana del miércoles, cuando Eduardo, un desarrollador que frecuenta la zona por trabajo, se encontraba en el malecón por un asunto de negocios.

En ese momento, un vehículo eléctrico, conducido a una velocidad que Eduardo consideró excesiva para una banqueta compartida por peatones, pasó zumbando a su lado.

Preocupado por la seguridad, Eduardo hizo un gesto con la mano al conductor para que redujera la velocidad, una acción que lejos de ser recibida como una petición razonable, fue el detonante de un enfrentamiento.

El conductor del vehículo, identificado más tarde como Pablo, un funcionario de la zona de muelles concesionada en Marina Vallarta no tomó bien la sugerencia.

Según el denunciante, Pablo bajó del vehículo junto con su acompañante y confrontó a Eduardo, exigiéndole que dejara de grabar la situación con su celular y que se identificara.

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En el calor del momento, Pablo arrebató el teléfono de Eduardo, deteniendo la grabación pero no antes de que el rostro de Pablo y su acompañante, quedaran registrados en video.

Eduardo, sintiéndose amenazado, buscó refugio dentro de una sucursal bancaria cercana. No obstante, la tensión escaló cuando se dio cuenta de que el acompañante de Pablo, aparentemente un guardia de seguridad privada, lo esperaba afuera.

Al salir, fue nuevamente confrontado y esta vez, las cosas se tornaron físicas. Según relata Eduardo, fue empujado contra una pared y recibió un puñetazo en la cara, suficiente para abrirle el labio.

La intervención de la policía no trajo el alivio esperado. Aunque una patrulla llegó al lugar, Eduardo sintió que su preocupación no fue tomada con la seriedad que el caso ameritaba. Solo una policía se acercó amablemente para ofrecerle el número de reporte del incidente.

Este caso ha provocado un fuerte debate en la comunidad sobre los protocolos de seguridad en la Marina Vallarta y el trato a los ciudadanos y visitantes, especialmente a los adultos mayores.

Eduardo, no está dispuesto a dejar el asunto así. Ha presentado una denuncia formal ante la Fiscalía General del Estado, esperando que se haga justicia y que este incidente sirva para reforzar las medidas de seguridad en el área.

El conflicto ha dejado a Eduardo con un labio roto y con la desconfianza de regresar a sus asuntos de trabajo a la Marina como es habitual. La comunidad y visitantes ahora esperan respuestas y acciones concretas para asegurar que la Marina Vallarta sea un espacio seguro para todos.

LA VERSIÓN DE PABLO

Por otro lado, Pablo presenta una narrativa diferente del incidente, argumentando que él simplemente transitaba de manera normal en un vehículo eléctrico oficial por la zona peatonal de Marina Vallarta, un espacio bajo concesión federal, cuando Eduardo, de manera abrupta, se interpuso en su camino exigiendo que se detuviera.

Pablo sugirió que la presencia de una bolsa pequeña con Eduardo levantó sospechas, llevándolo a pensar que podría estar armado, lo que incrementó su sentido de alerta.

Pablo afirmó que, ante la actitud confrontativa de Eduardo, le solicitó que se identificara, petición que, según él, fue respondida con insultos.

En medio del altercado, Eduardo comenzó a grabarlo con su teléfono celular, acción que Pablo trató de detener, alegando que la reglamentación interna de la Marina Vallarta les permite pedir identificación a cualquier persona que consideren sospechosa dentro del área federal, a pesar de no tener cargo público federal alguno.

A pesar de la tensión, Pablo insistió en que se retiró del lugar una vez que la situación se calmó y negó cualquier involucramiento en la agresión física que Eduardo afirmó haber sufrido posteriormente.
Pablo también subrayó que, aunque operan en una zona federal, ni él ni sus colegas poseen autoridad federal, lo cual fue confirmado durante su entrevista al negar ser empleado federal.

Así, mientras Eduardo busca justicia por la agresión que dice haber experimentado, Pablo se deslinda de responsabilidades, seguramente el tema deberá ser aclarado por las autoridades competentes si es que, como dijo, Eduardo concreta la denuncia ante la Fiscalía.

Este conflicto plantea preguntas sobre los derechos de los peatones y las responsabilidades de aquellos que administran espacios públicos concesionados.

JB

Hugo Lynn