Imagen de la Guadalupana de Vallarta fue tocada con el ayate de Juan Diego

La imagen venerada en Puerto Vallarta tiene historia y simbolismo; reconocida como la mejor réplica de la Guadalupana, pintada por Ignacio Ramírez, fue tocada con la tilma original del Tepeyac en 1948.
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Fieles en parroquía admirando cuadro que retrata el toque de la virgen con la original

Este 12 de diciembre se celebran 492 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, a la postre patrona de México, en cuyo honor se realiza la mayor muestra de fe en esta ciudad, pero lo que pocos vallartenses saben es que la imagen que se venera aquí en el altar de su icónica iglesia, fue tocada con el ayate milagroso, y fue reconocida como su más fiel replica, esto en 1948, cuando una comitiva encabezada por el entonces párroco Rafael Parra acudió a este histórico acontecimiento a la basílica edificada al pie del cerro del Tepeyac.

El sacerdote Arturo Arana López, párroco del céntrico Templo de Guadalupe, el más antiguo de Puerto Vallarta, destacó la importancia del acto:

“Sé que el padre Parra en su momento acude a la Ciudad de México, a uno de los eventos guadalupanos, no recuerdo si fue la declaración de la Virgen como Reina de México y emperatriz de América, a su regreso él con una comitiva acuden llevando la imagen de la Virgen de Guadalupe de nosotros, de autoría de Ignacio Ramírez, la lleva y la tocan con la original (…) regresan ya con esa imagen, se coloca aquí para la veneración de todos”, destacó.

Iniciativa del padre Parra quien renovó el altar en 1945

El señor cura Rafael Parra Castillo llegó a Puerto Vallarta en abril de 1942, el cronista de la ciudad, Carlos Munguía Fregoso, lo describió como uno de los personajes que más influyó en la población desde el punto de vista moral y espiritual, luchó por arraigar y enaltecer en el pueblo el culto de la Virgen de Guadalupe, y enriqueció la iglesia con verdaderas obras de arte.

Cura Parra

 

El padre Parra fue un hombre culto, amante de la filosofía y el arte, emotivo en sus sermones, por lo que se ganó el respeto y cariño de la gente, se empeñó hasta su muerte, en embellecer el templo. En 1945 el viejo altar de ladrillos enjarrados fue demolido, para en su lugar levantar uno de mármol que ahora se yergue majestuoso, copia del de la antigua Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, con excepción del remate, que en el caso de Vallarta tiene en relieve la Santísima Trinidad.

Torre de la parroquia de Vallarta recién terminada

Imagen certificada como la mejor copia de la Guadalupana

El reciente altar requería de una nueva imagen de la Virgen de Guadalupe, por lo que el sacerdote, después de obtener los permisos necesarios, comisionó al pintor jalisciense Ignacio Ramírez para que realizara la obra, quien vivía en Guadalajara y era famoso por la calidad de las copias que hacía de las obras de los grandes maestros.

Foto de Ignacio Ramírez pintor de la imagen de la virgen de Vallarta

En su casa-estudio por las calles de Belén, no muy lejos del Teatro Degollado, se podían ver los cuadros que le comisionaban las familias tapatías acomodadas, Rembrandts, Rubens y Tizianos colgaban de las paredes o esperaban en el caballete los últimos toques, en algunos casos encargaba las telas y pigmentos al país del origen del artista, al que iba a copiar.

El sacerdote Parra no pudo haber escogido a mejor copista. Cuando llevó la imagen a la Ciudad de México, para que fuera tocada al ayate original de Juan Diego, el canónigo, doctor Ángel María Garibay Kintana, canciller de la Basílica del Tepeyac, exclamó asombrado: “Entre las imágenes modernas, no hay otro después del Sagrado Original” y lo certificó con su firma, junto con las de muchos otros obispos, incluyendo la del cardenal Villanueve, arzobispo de Quebec, y delegado apostólico del entonces papa Pío XII.

Momento en que la imagen de la virgen toca la original

Histórico momento donde la imagen venerada en Vallarta tocó la original

El doctor Miguel Ángel Rodríguez Curiel, en su libro “Parroquia de Guadalupe, una aproximación histórica”, publicó la carta del señor Cura Parra al vicario general para pintar la imagen de tres cuadros al óleo que inmortalizan el acontecimiento donde tocaron el ayate de Juan Diego con la réplica que se venera en Puerto Vallarta.

Estos cuadros actualmente están expuestos en lo alto del coro del templo, miden 2 metros y medio por tres metros: en uno se recrea la escena del histórico momento donde en el Tepeyac tocan la pintura destinada a Puerto Vallarta con la sagrada tilma donde la Virgen Morena dejó su imagen al indio Juan Diego, atestiguando el acto el obispo Anastasio Hurtado, el empresario Antonio Güereña Rosas y el señor Cura Rafael Parra, así mismo se reproduce los momentos en que los prelados bendicen, certifican y firman sobre la imagen.

Cuadro que retrata el momento en que la pintura de la virgen toca la original

Una de estas pinturas fue bajada el pasado 1 de diciembre, en el inicio del Docenario Guadalupano, a petición de los peregrinos de “Las Familias del Viejo Vallarta”, donde desempolvaron este acontecimiento poco recordado.

“Para un católico significa mucho, porque hablamos de reliquias, entonces aquella imagen es la original, donde la Virgen de Guadalupe quiso quedarse plasmada en la tilma de Juan Diego, entonces lo consideramos algo muy, muy sagrado, es el milagro del Tepeyac, entonces tocar la imagen de aquí con aquella que es la auténtica significa para nosotros mucho, nos ayuda a crecer en la fe y en la seguridad de nuestra fe mariana”, subrayó el padre Arana.

LLG

Autor

  • Miguel González Guerra

    Orgulloso de ser pata salada, nací en la calle Púlpito a una cuadra de la playa Los Muertos y siempre he vivido en Puerto Vallarta. Egresado del Conalep, diplomado de Periodismo en la UNAM, cursé talleres de comunicación en el periódico El Financiero y la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Desde los 14 años trabajé en la rotativa y formato del diario Nuevo Día, en marzo de 1988 publiqué mi primera columna en Vallarta Opina, inicié con las fuentes de sociales y cultura. Laboré en otros dos diarios de la región y una estación de radio. Desde 1991 formé parte de las filas de Tribuna de la Bahía, en diferentes etapas, cubriendo información general, sobre todo las colonias populares, ejidos, delegaciones, iglesias, escuelas y gobierno. Me gusta pintar, leer, el cine, pasear por la naturaleza y pueblear alrededor.

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