Guadalajara supera en infraestructura pública a Monterrey

La infraestructura de Guadalajara destaca por su mayor modernidad y capacidad para atender las necesidades de sus habitantes
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Centro de Guadalajara

En el corazón de México, Monterrey y Guadalajara son dos ciudades emblema que han crecido exponencialmente gracias a su dinamismo económico y cultural.

Sin embargo, al observar la calidad y extensión de su infraestructura pública, las diferencias entre ambas urbes se hacen evidentes, y los números revelan un trasfondo interesante que explica esta disparidad.

La infraestructura de Guadalajara destaca por su mayor modernidad y capacidad para atender las necesidades de sus habitantes.

Desde sistemas de transporte masivo como el Tren Ligero, que recientemente inauguró su Línea 3, hasta espacios recreativos y culturales como el Parque Metropolitano y el Conjunto Santander de Artes Escénicas, la Perla Tapatía ha invertido significativamente en proyectos de gran envergadura.

Por otro lado, Monterrey, a pesar de su mayor Producto Interno Bruto (PIB), enfrenta retos en la expansión de su infraestructura urbana. Aunque cuenta con obras notables como el Metrorrey y la Macroplaza, la ciudad muestra deficiencias en movilidad, espacios verdes y modernización de servicios.

Uno de los factores clave que explica esta disparidad es la eficiencia en la recaudación fiscal.

Guadalajara tiene ingresos propios anuales de 12,553 millones de pesos, frente a los 11,164 millones de pesos de Monterrey. Aunque la diferencia parece marginal, es en el detalle de los impuestos donde se observa un manejo más eficiente en la capital jalisciense.

Por ejemplo, Guadalajara recauda 3,848 millones de pesos del impuesto predial, mientras que Monterrey capta 3,821 millones, una diferencia que, aunque pequeña, cobra relevancia al considerar el tamaño y la riqueza de ambas economías.

Monterrey tiene un PIB estimado de 2.2 billones de pesos, significativamente mayor al de Guadalajara, que asciende a 1.5 billones.

Sin embargo, esta mayor capacidad económica no se traduce en ingresos fiscales proporcionalmente superiores.

Esto apunta a que Guadalajara no solo tiene un sistema de recaudación más eficiente, sino también una estrategia más efectiva para reinvertir estos recursos en infraestructura.

La administración tapatía ha implementado tecnologías avanzadas para el cobro de impuestos y ha promovido una cultura de cumplimiento fiscal entre sus ciudadanos, mientras que Monterrey enfrenta retos como la evasión fiscal y un sistema menos optimizado.

El resultado de esta diferencia se refleja en la experiencia cotidiana de los ciudadanos.

En Guadalajara, las inversiones públicas han mejorado significativamente la calidad de vida, con calles mejor pavimentadas, un transporte público más accesible y espacios públicos de calidad.

En contraste, Monterrey, aunque es el motor industrial del país, enfrenta problemas como el congestionamiento vehicular, insuficiencia en transporte masivo y una oferta limitada de espacios recreativos.

Las implicaciones de estas diferencias van más allá de lo estético.

Una infraestructura pública de calidad no solo mejora la calidad de vida, sino que también atrae inversión extranjera, fomenta el turismo y fortalece el tejido social.

Mientras Monterrey lucha por actualizarse, Guadalajara se posiciona como un ejemplo de cómo una administración eficiente puede potenciar el desarrollo de una ciudad, incluso con un PIB menor.

Para cerrar la brecha, Monterrey necesitaría redoblar esfuerzos en la modernización de su sistema de recaudación fiscal y en la planificación de inversiones estratégicas que beneficien a la población en general.

Sin duda, el intercambio de buenas prácticas entre estas dos ciudades podría ser un camino para que ambas alcancen su máximo potencial.

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