El general Mujica optó por no acabar como Álvaro Obregón

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Sabía de la ferocidad del cártel religioso, así como también lo sabía la mayoría del pueblo de su época. Apenas unos años antes, la iglesia organizó una matanza entre hermanos.

Gracias a que optó a no luchar por una candidatura presidencial, en 1940, pudo fallecer con la tranquila serenidad que escogió y en su domicilio en la Ciudad de México, a la edad de 69 años, en aquel lejano año de 1954.

Si Álvaro Obregón fue asesinado por querer independizar a la nación, del lucrativo control de la siempre imperial iglesia romana; ya que igual que su antecesor, Plutarco Elías Calles, declaraba que apoyaría a la iglesia católica mexicana. A fin de poner la imprescindible distancia con las mafias europeas, escudadas en el manipulador
monopolio de supuestas divinidades para el control social, político y fundamentalmente económico. Y lo mismo pretendía, con toda claridad el aguerrido Francisco J. Mújica Velázquez. Entonces, si elegía ser candidato definitivo para la Presidencia de la República, no sólo sería tempranamente asesinado; sino que la guerra cristera, tan apetecida por Roma, de inmediato volverían a imponerla, con gran facilidad, dado el histérico fanatismo, sembrado con amenazas, en las mentes más frágiles del desinformado paisanaje nacional.

Con tal panorama, y a pesar de ser un gran luchador social, convino con su siempre amigo el Presidente de la República, Lázaro Cárdenas del Río, en no poner en riesgo los grandes avances sociales y de independencia energética, que ambos habían logrado, como mancuerna de amigos y casi solidarios hermanos.

Las dos situaciones reseñadas, fueron las determinantes para no concursar con la ya desestabilización política, apoyada por las compañías petroleras extranjeras y, desde luego, con el clero extremista y controlado a capricho por los jerarcas religiosos. Era un patriota auténtico y no un voraz competidor por el poder.

En la página 747 de los “APUNTES” del General Cárdenas, y publicados por la querida Universidad Nacional Autónoma de México, podemos encontrar la muy entrañable reseña, sobre la plática entre ambos generales de división, y cómo fue la libre voluntad del General Mújica, de substraerse de una contienda que de inmediato revertería los logros cardenistas, que no habían alcanzado antes la Revolución Mexicana.

En lo personal, y durante las varias entrevistas que logré con el mejor presidente de mundo, el valientísimo General Cárdenas, pude abordar el tema, y su respuesta me ilustraba, que si su colega Mújica, hubiese querido ser un próximo presidente, le sobraban oportunidades en los periodos presidenciales que le siguieron.

Cabe recordar que cuando llegó a la presidencia Ávila Camacho, y se declaró creyente, Mújica rechazó ser miembro de su gabinete. Y lamentó el desdoro del militar Camacho, al asumirse sumiso ante el cártel religioso más desprestigiado en la historia de los pueblos de América.

Sin duda, el temor de ser asesinado por tal cártel, contribuye a que Obrador también haga alarde de sumisión hacia el macabro poder del Vaticano.

NADA MÁS Y NADA MENOS, MIS LECTORES EQUILIBRADOS MENTALMENTE.

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