Se ha ganado una batalla histórica

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Se ha ganado una batalla histórica, esta victoria no es cualquier victoria, hay que dimensionar lo que acaba de suceder en la política nacional de nuestro país. El que una mujer, la profesora de primaria Delfina Gómez Álvarez haya ganado la gubernatura en el Estado de México es de dimensiones sumamente importantes. Se quitó el bastión histórico del priismo, su último reducto importante, en términos de números de votantes es clave para ganar la presidencia de la república, a eso hay que sumarle que es la entidad que más recursos le daba a los operadores a lo largo y ancho del país. No fue poca cosa lo sucedido el domingo, repito, fue un día histórico.

El grupo Atlacomulco apenas el sexenio pasado controlaba todo el panorama nacional, y habían logrado establecer un expolio de las propiedades del Estado mucho más agresivo que los anteriores, ya habían entrado de lleno en el sector energético y estaban por desmantelar todo lo que sostiene nuestra soberanía y seguridad nacional. Hoy no sólo fueron derrotados en el Estado que los cobijo durante un siglo, sino que además vieron perder hasta su lugar de origen, el electorado de Atlacomulco votó en contra del mismo grupo de poder que había ostentado el mismo desde muchos años atrás.

El camino no fue nada fácil, hace apenas seis años se manifestaba un grotesco fraude electoral, en el que se impone a Alfredo del Mazo como gobernador, la dirección del movimiento en aquel entonces prefirió esperar, denunció el fraude, pero sobre todo llamó a la organización, no se quedó de brazos cruzados. La elección de 2018 vendría a cambiar el escenario, lo que le dio la oportunidad a Morena de tener algunas presidencias municipales de mucho peso político a su alcance, cosa que se perdió en el 2021, pero que, dadas las condiciones, el partido, pero sobre todo el movimiento pudo remontar en este 2023. El camino hacia la gubernatura ha sido el camino de la lenta democratización de las instituciones políticas de nuestra nación.

Ahora bien, algo que habría que medir es la aceptación del presidente, para un Estado como lo que representa el Estado de México tanto en términos económicos y políticos esto fue fundamental. Su liderazgo permitió establecer una ruta que generó un resultado positivo sobre todo para la elección presidencial del 2024. No hay que cerrar los ojos, la movilización social fue fundamental, no nada más estamos hablando de la estructura del partido, sino que a partir del proyecto se ha logrado tener el respaldo tanto arriba como abajo del espectro social. Esto es un paso importante sobre todo a la hora de hablar sobre la transformación social, ya que la única forma de profundizar el cambio es con el acompañamiento social.

La victoria de Delfina Gómez Álvarez en suma rompe uno de los amasiatos entre el poder económico y el poder político de mucho arraigo la historia, y lo hace gracias a la convocatoria que se genera desde el proyecto de transformación que liderea el presidente López Obrador.

El que no haya existido una ruptura entre la representante elegida por el partido y el movimiento social fue fundamental para mantener la unidad y la cohesión en momento de una definición que no sólo se circunscribe al Estado de México, sino que abre caminos a la presidencia de la república para el 2024.

Lo sucedido en Coahuila tiene varias aristas que deben analizarse, la separación del partido y del movimiento social fue muy importante, y es que la selección de candidato que fue impugnada por uno de los competidores dio pie a desencuentros políticos profundos en un Estado de la república en donde no ha existido alternancia. La izquierda estado-céntrica fue dividida.

Hay que decirlo claro, la izquierda electoral en el norte del país muchas de las veces es marginal. Se ha optado por entregar el partido a clases políticas en pugna con el establishment para poder asumir una mejor gobernabilidad, pero eso no ha sido motivo suficiente para ganar. Ahí está el caso emblemático de Nuevo León, y que ahora se replica en Coahuila.

Se parte de la tesis que para crecer la izquierda debe disciplinarse a quienes hasta antes del fenómeno Morena eran una oposición feroz la mayoría de las veces. Entregar el partido a un sector disconforme con el viejo régimen pareciera que fuera suficiente. Lo que sucedió con Ricardo Mejía Berdeja fue claro que un sector que no se identifico con Armando Guadiana prefirió jugársela con otro candidato del establishment a mantenerse fieles a un candidato impresentable tanto económica como políticamente.

No se puede responsabilizar a un solo sector del fracaso ni sólo reducirlo a la encuesta que fue el detonante del conflicto interno dentro del Estado. Las condiciones sociales eran claras, no hay aún un trabajo de base que permita involucrar a la sociedad en este proceso de transformación que se vive a nivel nacional. La propuesta política también tiene que ver con el candidato, y es muy importante, pero reducirlo a eso es no entender la dinámica que se vive en otras regiones del país en donde existe una sociedad que está alineada al proyecto neoliberal.

Cuando se le presenta otra opción del mismo corte neoliberal, por supuesto que se va a desalentar la participación. Y es ahí el gran error de ambos bandos que se culpabilizan del fracaso actual. No establecer que puede existir una ruta diferente al neoliberalismo sino se establece un proyecto y un candidato que lo represente. Aferrarse a que Morena puede ser un armatoste hueco que no tiene contenido es un suicidio político, cosa que le pasó a Mejía Berdeja que no supo presentarse como un candidato alternativo, no se diga de Armando Guadiana.

Ahora bien, el PRI ha quedado reducido en su mínimo histórico, eso significa que Coahuila no podrá tener la capacidad de coordinar a todo un instituto nacional, lo que augura que estamos ante su lenta extinción histórica.

Lo de Coahuila no se puede extrapolar al escenario nacional, hay que tener cuidado en no caer en maniqueísmos. Este caso muestra sin duda la necesidad de mejores elementos para definir, y sobre todo tener mejores espacios para la reproducción de una alternativa esperanzadora.

Ya estamos en la definición del próximo sexenio, y las elecciones colocaron a cada uno en su lugar. En las próximas semanas Morena definirá su candidato, lo que significará a quien tendrá amplias probabilidades de ser el próximo presidente de México.

Para finalizar hay que entender una cosa, existen tareas pendientes en la transformación, pero sólo podrán completarse si la unidad entre el partido y el movimiento social se mantiene. Es momento de llamar a la cohesión y convocar a la unidad en la acción. El país lo demanda.

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