¿México mejor si sustituyera a Esteban Moctezuma por Luis Videgaray como embajador en U.S.A?

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México mejor si sustituyera a Esteban Moctezuma por Luis Videgaray como embajador en U.S.A

En el complejo entramado de las relaciones internacionales, la diplomacia se erige como el arte sutil de tejer alianzas y tender puentes. En este contexto, la figura del embajador desempeña un papel crucial, siendo el rostro y la voz de una nación ante otra.

Actualmente, México cuenta con Esteban Moctezuma Barragán como su representante en Estados Unidos, un hombre de vasta trayectoria en la administración pública y la educación. Sin embargo, en el escenario actual, caracterizado por la renovada presidencia de Donald Trump, surge la reflexión sobre la conveniencia de un cambio en esta representación.

Luis Videgaray Caso, exsecretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, emerge como una figura idónea para asumir esta responsabilidad. Su cercanía y relaciones cordiales con miembros del gabinete de Trump, e incluso con el propio presidente, son bien conocidas.

Videgaray fue el artífice de la controvertida pero estratégica visita de Trump a México en 2016, un movimiento que, aunque generó críticas internas, cimentó una relación directa con el entonces candidato republicano.

La designación de Videgaray como embajador podría traducirse en una relación bilateral más fluida y eficiente. Su experiencia en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que dio origen al actual T-MEC, es testimonio de su capacidad para manejar negociaciones comerciales de alta complejidad.

En momentos en que se anticipan nuevas rondas de diálogo para ajustar y modernizar acuerdos comerciales, su presencia podría ser determinante para salvaguardar los intereses económicos de México. En materia migratoria, uno de los temas más sensibles en la agenda bilateral, la interlocución directa y de confianza que Videgaray ha cultivado con altos funcionarios estadounidenses podría facilitar acuerdos que beneficien a ambos países.

Su habilidad negociadora podría ser clave para abordar de manera conjunta desafíos como el flujo migratorio y la seguridad fronteriza. La crisis del fentanilo, una amenaza latente para la seguridad de ambas naciones, requiere de una colaboración estrecha y efectiva.

Videgaray, con su conocimiento profundo de las estructuras de seguridad y su capacidad para establecer canales de comunicación directos, podría impulsar estrategias conjuntas para combatir el tráfico de esta letal sustancia.

Es comprensible que, desde una perspectiva política, la actual administración mexicana, emanada de Morena, pueda mostrar reticencias ante un nombramiento de esta naturaleza. Sin embargo, la diplomacia exige pragmatismo y visión de Estado.

La posibilidad de fortalecer la relación con nuestro principal socio comercial y vecino del norte, mediante la designación de un embajador con las credenciales y conexiones de Videgaray, es una oportunidad que merece ser considerada con altura de miras.

En este anhelo por un México más próspero y con relaciones internacionales sólidas, la figura de Luis Videgaray como embajador en Estados Unidos se vislumbra como una opción prometedora, pero de ejecución imposible. Su experiencia, habilidades diplomáticas y relaciones construidas podrían ser el urgente puente que facilite una era de cooperación y entendimiento mutuo entre ambas naciones.

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