Algunos elementos a considerar sobre lo de Ucrania II

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Está claro que el Partido Demócrata americano ha decidido echar mano de un nuevo cordon sanitaire entre Rusia y Alemania. No se puede permitir una reedición de un Tratado de Rapallo en pleno siglo XXI en medio de la disputa por la hegemonía mundial contra China.

El siglo pasado, incluso después de haber aislado a los bolcheviques de Europa con el Tratado Brest-Litovks, justo y ante todo por la profundidad emanada de la crisis producida por el Tratado de Versalles, Alemania intentó llevar a cabo un acuerdo económico que le permitiera salir de la asfixia provocada por los capitales británicos y franceses. Para ello vio una oportunidad en sostener una relación de cooperación con la URSS.

El Tratado de Rapallo fue dinamitado en su momento por los franceses, que temían que la cooperación económica derivara en cooperación militar, y es que con esto se podría generar un desafío por parte de Alemania contra sus conquistadores.

El mecanismo utilizado para ello fue lo que se conoció como la diplomacia de Lorcano, llevada a cabo por Francia. Con ello se le cedió a Alemania la posibilidad de mantener el pie el reclamo de su frontera oriental con Polonia y Checoslovaquia, misma que, aunque destensó momentáneamente la conflictividad producida por el robo de recursos financieros producidos por Versalles, no cerró para nada los efectos producidos en el empobrecimiento de sus sociedades. Es decir, lo que produjo el caldo de cultivo del ascenso del nazismo y es posterior reclamo para las anexiones hitlerianas.

Los Acuerdos de Minsk no se reducen al reconocimiento de los Óblasts de Donetsk y Lugansk a través de su descentralización de Kiev a partir del establecimiento de una ley sobre el estatuto especial de estas regiones. Este conflicto interno ha escalado en tres dimensiones que han dado pie a la configuración de un escenario de guerra en Eurasia con miras a debilitar a la región.

La primera dimensión tiene que ver propiamente con el golpe de estado realizado en 2014 a Víktor Yanukóvich, que fue operado a través de exacerbar el descontento popular tal como lo marca el manual de las revoluciones de colores, en este caso el argumento utilizado fue la negativa de Yanukóvich de integrarse a la Unión Europea, y más bien plegarse a un acuerdo con Moscú.

A partir de la decisión de Yanukóvich, se llevó a cabo una operación de guerra proxy conocida como Euromaidán, llamada así por que tuvo su centro principal de operaciones en la plaza principal de Kiev, que fue fuertemente armada y coordinada por grupos neonazis. La guerra civil estalló entre dos bandos, uno que pugnaba con una mayor relación e integración con la Unión Europea y otro que prefería una relación con Rusia. Cada bando ha utilizado a ultranacionalistas radicales para armar cada lado de su “frontera” establecida de forma artificial bajo el argumento de mayorías de habla rusa o ucraniana a contrapelo de la histórica relación de confluencia lingüística existente en este territorio. Lo que provocó una frontera ruso-ucraniana sumamente caliente.

Desde aquí y luego de más de 8 años de conflicto es que Rusia ha decidido intervenir militarmente, lanzando operativos quirúrgicos militares en instalaciones estratégicas, a la par de utilizar mercenarios ultranacionalistas chechenos especialistas en guerras irregulares. La apuesta de Putin es reestablecer el tutelaje del viejo imperio zarista, que el propio Stalin volvió a redefinir a sangre y fuego, es por ello su desprecio hacía Lenin en su discurso para justificar la invasión. El despotismo ruso no tiene hoy por hoy un proyecto histórico como lo tuvo en el siglo pasado, más bien está necesitado de anexarse nuevos territorios para desde ahí reestructurar su economía nacional.

En este contexto no hay que olvidar que, justo después de la crisis económica de 2008, la troika empezó a tener serias dificultades con los países del sur, sobre todo a partir de la crisis griega que mostró la limitación histórica del Euro y la imposibilidad de mantener un déficit en los términos que la propia Unión Europea había establecido para sus miembros socios, a ello habría que sumar las crisis económicas de España, Francia, Portugal e Italia, y por último el Brexit.

El hacerse cargo de otro Estado miembro dentro de la Unión Europea no ha sido una opción justo porque Alemania, que domina la mayor parte del Banco Central Europea, no ha tenido las condiciones para poder llevar a la recuperación económica de la región, es más, se ha visto necesitada de capital financiero que refinancie la región, y este ha provenido de Estados Unidos a través del Fondo Monetario Internacional, aunque con muchas reservas, lo que ha dado pie a una mayor presencia de China.

Alemania necesitaba relajar la presión generada por la crisis al interior de la Unión Europea, que reveló con toda su fuerza el gobierno griego, y que tuvimos constancia gracias a las intervenciones realizadas por Yanis Varoufakis, que hizo estallar las contradicciones que estaban en curso, y que puso de manifiesto que Alemania había generado una relación centro-periferia en Europa misma, y en la que era evidente la relación desigual entre el Norte-Sur. El sur fue condenado a una serie de medidas de corrección financiera que han empobrecido a una buena parte de su población. Algo que no sucedía desde hace un siglo.

El conflicto en Ucrania ha llevado especialmente a Alemania y Francia a pensar que ampliar la membresía de la Unión Europea no es una opción, en todo caso, la firma de Tratados de Libre Comercio les ha permitido tener un mayor flujo de movilidad de materias primas sin reconocerle mayores derechos como el de la movilidad social.

Esto quiere decir, que habría que analizar el estancamiento de los Acuerdos de Minsk, no solamente como una estrategia rusa para establecer un proyecto de reestructuración autoritaria del territorio como mecanismo de defensa contra la OTAN. Es también responsabilidad de Europa, al utilizar a Ucrania para conseguir materias primas baratas sin integrarla por completo al mercado europeo, lo que sería una carga más para Frankfurt.

Sobre este contexto, parece ser que tanto Merkel como Putin entendieron que era necesario fortalecer los lazos económicos, ya que la actual crisis económica los está arrastrando a escenarios cada vez de mayor dependencia tanto de Estados Unidos como de China. Esto representó la construcción y puesta en marcha del Nord Stream 2.

Aquí es donde habría que colocar especial atención, y es que, el conflicto en Ucrania es justamente un paso como mencionamos con anterioridad para establecer un nuevo cordon sanitaire entre Rusia y Alemania. Para la OTAN, esto es, para Estados Unidos, una alianza económica puede significar algo más en un futuro, el establecimiento de una formación euroasiática de tipo militar bajo los parámetros de seguridad energética. Algo inaceptable para Washington.

Está claro que la propuesta principal de sanciones para Rusia por parte de Estados Unidos no fue secundada por los países europeos. En el caso de sistema SWIFT, solamente fueron algunos bancos ya sancionados, ya que, si se sacara por completo a Rusia de este sistema, no habría forma de que Europa le pagara el gas que consume, lo que metería en una crisis energética al viejo continente y a una dependencia de gas de Estados Unidos a un precio mayor.

La presión de Estados Unidos por ampliar el área de ofensiva de la OTAN en Europa del Este está llevando a la Unión Europea a una crisis política-militar que no tenía contemplada y que puede profundizar su crisis económica cuando aún no ha salido de la crisis epidemiológica. Esta no es una acción de fuerza por parte de Occidente como se ha querido mostrar, sino un teatro de operaciones realizado desde Estados Unidos para generar una relación de dependencia mayor sobre Europa para su confrontación principal en el Pacífico.

Ucrania es el epicentro neurálgico europeo por la disputa de la hegemonía mundial del siglo XXI, pero en donde las líneas rojas que se establecen en su territorio son tan sólo un primer paso para la reorganización de guerra, que se inauguró con Trump, y que ahora Biden ha decidido mantener, en el Pacífico para enfrentar a China.

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