El problema del desempleo

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Calíope

La pandemia por el coronavirus nos pilló con los dedos detrás de la puerta. Nadie la esperaba y nadie se preparó. La crisis sanitaria nos llevó al aislamiento y con ello se desató una crisis económica cuyos efectos todavía no podemos saber con certeza. Aunado a ello, la crisis de seguridad no cesa, ni poquito.

El gobierno federal decidió una estrategia para combatir el problema económico causado por la parálisis: combatir la pobreza y no endeudarse. La sorpresa de esta estrategia es que no es nueva, es la misma que llevó a cabo desde el primer día de gobierno.

Consiste en la creación de dos millones de empleos con los megaproyectos del Tren maya, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas, créditos a la palabra para las empresas que tienen a sus trabajadores en el IMSS y los programas sociales ampliamente conocidos.

El problema es que ya hay mucha gente que se ha quedado sin trabajo y que no son parte del censo de los apoyos mencionados arriba. De acuerdo con los datos de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) del INEGI, hasta abril de este año se habrían despedido a 12 millones y medio de personas.

En ese mismo periodo, el IMSS reportó 1 millón 300 mil empleos formales menos, lo que quiere decir, más o menos, que el 90% del nuevo desempleo formaba parte de la informalidad. Para ellos no hay apoyos, ni los habrá.

La cuestión es que no hay ninguna medida para que todas estas personas que se quedaron sin sustento puedan soportar más. No hay manera de que alguno de los apoyos del gobierno federal lleguen a manos de estas personas, pues no fueron consideradas en ningún programa.

Tampoco es factible que los dos millones de nuevos empleos puedan ser ocupados por ellos, porque tienen especificaciones técnicas en las que su capacitación no puede darse de la noche a la mañana y, aunque se pudiera, beneficiaría sólo al 14%.

En fin, es una franja de la población que se encuentra muy vulnerable y que no tiene más remedio que ajustarse el cinturón y hacer lo que pueda para sobrevivir.

Para colmo, ayer la Cepal previó una caída del 9.1% en el PIB de la región, lo que traerá un nivel de desocupación de 44.1 millones de personas en América Latina. La pobreza extrema podría aumentar a un nivel de 45.4 millones de latinoamericanos.

A la luz de los datos, resulta imprescindible reformular la política social para que cada vez haya menos pobres, no más. Además, deberíamos pensar en acciones más contundentes, no sólo en programas que son remediales en vez de soluciones definitivas.

@cromerogabriel