El covid y la revolución digital

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La pandemia de Covid 19 llevó al mundo a una transformación digital inesperada. De manera súbita millones de niños tuvieron que encontrar maneras digitales de recibir educación, las empresas tuvieron que buscar y enfocarse en actividades digitales para sobrevivir. Esta revolución no fue tan constante, aún en los países de la OCDE se pueden observar distintos niveles de adaptación, de acceso a la infraestructura y de políticas públicas.

En la revolución digital es muy necesario contar con un gobierno que lidere a través de sus políticas públicas el esfuerzo de las empresas y familias. Hay temas que los particulares no pueden atender por sí mismos como las diferencias que existen en la accesibilidad, las regulaciones digitales y el conocimiento. En 2020 la OCDE publicó el Going Digital Integrated Policy Framework donde plantea una serie de recomendaciones a los gobiernos para hacer frente a la nueva era digital.

Primero se habla del acceso; es importante que el gobierno se involucre de manera activa en el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones necesarias y que siga incentivando a la iniciativa privada a que desarrolle, proveyéndola de elementos técnicos como las direcciones IPv6.

Otro reto para el gobierno es asegurarse de que la brecha entre ciudades y el campo no crezca, pues las herramientas digitales son tan útiles en los sectores primarios como en el resto de la economía. En su conjunto todos estos nuevos canales deben venir acompañados de seguridad para datos, para las transacciones y para los participantes.

El segundo eje es el uso. Es necesario que los principales actores de la economía como el gobierno realmente se sumerjan en la era digital. El gobierno “electrónico” sea una realidad que permita realizar más operaciones de manera expedita las 24 horas del día. También cabe mencionar que la mayor parte de la economía se origina en la micro y pequeña empresa, para este sector es necesario que se invierta y desarrollen herramientas que ayuden a mejorar los procesos de la empresa, que se promocione la inclusión digital y se otorguen los medios para llevar acabo la transición.

Por último, se incluye en el uso que el marco legal sea apropiado y que la justicia aplique de manera pronta a delitos dentro del ciberespacio. Para esto el gobierno de nueva cuenta debe invertir para tener las infraestructuras necesarias que generen confianza en los usuarios, sobre todo en aquellos que no están muy inmersos en la tecnología.

El tercer eje de la OCDE es la innovación, la cual es fundamental para que surjan nuevas herramientas que cumplan con las necesidades de la población local. No siempre es bueno sólo importar herramientas que se

producen en países de punta, porque a veces sus características o su alcance no son iguales en México que en los Estados Unidos. La innovación necesita de promotores y benefactores y en muchos casos recae en el gobierno el deber. Políticas públicas que busquen desarrollar talentos en el sistema educativo y que además incentiven a los jóvenes a dedicarse a la innovación.

El cuarto eje es el mercado laboral que está atravesando cambios que las leyes no contemplan. Así como ocurrió con el surgimiento de los Uber o del Airbnb; hoy en día tras el Covid hay muchas formas nuevas de trabajo que requieren de una regulación. Como es que el estado procure que los trabajadores en casa reciban un trato digno y sus derechos sean preservados. Además de la necesidad como nunca antes de programas de trabajo y capacitación para ayudar a todos aquellos que perderán sus empleos a capacitarse para los nuevos trabajos que llegarán. Es que los cambios que trajo la pandemia serán en muchos casos permanentes en la economía y por eso es necesario contar con participantes activos para que el nuevo desarrollo sea inclusivo.

Hoy se puede ver como ciertas zonas con personal calificado e infraestructura como Querétaro o Guadalajara fácilmente atraen inversión y generan empleos y riquezas para sus ciudadanos. Al mismo tiempo la brecha con estados que no tienen esa infraestructura como Chiapas y Oaxaca, seguirá creciendo. Por eso es necesario que el gobierno intervenga para que ningún mexicano se quede atrás.

La presencia de la autoridad también es un punto relevante para el ciber espacio. Para que las nuevas economías digitales prosperen es importante que exista un gobierno que pueda dar seguridad y confianza a los usuarios. Para esto también se requiere de inversión para desarrollar la vigilancia en Internet, para realizar operaciones seguras y una mejor recolección fiscal.

La nueva economía digital presenta varios retos para la iniciativa privada y para el gobierno, sin embargo, también significa cosas buenas para la sociedad. Los nuevos modelos de comercio electrónico o “e-commerce” realmente están impulsando empresas que pagan impuestos y que tienen trabajadores asegurados. Estos mercados que pueden ser virtuales como las plataformas que llevan a cabo actividades como Uber, Airbnb o hasta Amazon cuyo mayor reto radica en la recolección de impuestos y en el cumplimiento con su cliente. Otro grupo son las empresas que se dedican a la suscripción. Este tipo de empresas son un reto porque requieren de una supervisión constante para garantizar que cumplan con sus suscriptores al menos.

Al igual que es una cuenta pendiente para el gobierno, la digitalización es una obligación de las empresas. La capacitación que ofrecen debería ya estar pensada en este rumbo. Hace unos diez años, la mayoría de los hoteles en Bahía introdujo las clases de inglés para sus empleados. Algo que ayudó a los mismos hoteles a brindar un mejor servicio.

Igual las empresas sobre todo en México donde ya empieza a observarse una pirámide poblacional invertida con más gente mayor que niños. Esto se traduce en que nos faltan cambios, pues algunos puestos de trabajo requieren algo más y otros pronto desaparecerán. ¿Qué van a decidir hacer? Empiezan a considerar la capacitación como algo vital que puede ayudar a solidificar y mejorar su imagen. En México cada vez hay menos “jóvenes”, entonces es urgente que la planta laboral que ya está y, que a lo mejor carece de habilidades digitales, se prepare para la reconversión.

Al final el futuro ya nos alcanzó, las máquinas y la inteligencia artificial llegaron para quedarse. El decidir cómo convivimos con estos elementos de la nueva economía está en manos de los gobiernos y sus políticas públicas. La capacitación y la conversión está en manos de las empresas. Por último, el éxito y el espíritu para lograrlo vendrán de los trabajadores que sí tienen la información y el entrenamiento. Al final no todos los cambios ya ocurrieron, seguirán surgiendo cosas que nos sorprenderán, para eso hay que ser lo más ágil posible.

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