Ya déjese de distractores, vamos a lo esencial

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Vienen un par de intentos de cambiar la vida de México en donde hay obsesión del gobierno en turno de destruir instituciones que han costado grandes esfuerzos, dedicación y consensos políticos en el momento de su formación.

El INE con su antecesor el IFE celebraron 23 años de elecciones confiables, no obstante, las descalificaciones del presidente en turno al perder las elecciones en 2006 y 2012, llegando al extremo de cerrar Paseo de la Reforma 3 meses, valiéndole un cacahuate el daño ocasionado a comercios y a la ciudad.

Gracias al INE y al tribunal electoral las elecciones han tenido credibilidad desde su formación.

Desde luego que puede tener modificaciones en favor de su superación pero de ninguna manera cambios radicales como la propuesta que los consejeros deben ser elegidos por votación popular.

La intención oculta de esta propuesta es manipular esta institución a través de consejeros dóciles previamente acomodados.

Otra propuesta en ciernes es pasar el mando de la guardia nacional al ejército mexicano.

Esta decisión sería el último capítulo para la completa militarización del país.

El presidente en turno se ha dedicado a destruir la prestancia, respeto e imagen del Ejército Mexicano, dándole todo tipo de responsabilidades que no le corresponden.

Desconozco la opinión de la élite militar, pero me supongo que el dinero ha fluido en beneficios económicos a los altos mandos, aceptando hacer trabajos de albañiles, aduaneros, choferes de pipas, agentes migratorios, transportistas de vacunas, lucha contra el narcotráfico con la prohibición de usar sus armas más las ocupaciones que se le ocurran esta semana, dañando la prestancia y tradición del Ejército Mexicano.

El pasar el mando de la guardia nacional al ejército implicaría tener la militarización absoluta del país, con el natural deterioro de los derechos humanos, falta de preparación del ejército para estas tareas, radicalización del ambiente nacional y volver, eventualmente a una presidencia militar, no existente desde la presidencia de Manuel Ávila Camacho, en 1940.

Por eso, no a los atentados contra el INE y respeto al mando civil de la guardia nacional.

Antes que nada, por el bien de su “pueblo”, toda la fuerza productiva de México y la buena imagen internacional para fomentar confianza e inversiones, “ya déjese de distractores, vamos a lo esencial”.

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