¿Digna Ochoa, víctima ideal?

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Las novelas ejemplares de Cervantes, (12), fueron las redactadas por el escritor con grandes dotes, Miguel de Cervantes S., y si hoy viviera le sugeriría escribir una novela sobre Digna Ochoa (1964-2001). Ya que hace unos días se nombró una calle así en la Ciudad de México.

Motivado con el también apellido de Cervantes, de un servidor, y con los afanes de justicia hacia las mujeres asesinadas. Mismas que en México, son el triste deporte oficial de no perseguir y aplicar la pena capital para los victimarios. 

Deporte que igual Obrador práctica, como pose religiosa, aunque nuestro México querido, se lo corroe la creciente delincuencia, damos por lo anterior, unas pistas que permiten considerar que Digna Ochoa, o fue asesinada, o se le indujo al suicidio por terror y abandono de sus reclutadores religiosos.

La sugerencia parte, como las novelas cervantinas, de un cortejo amoroso, y, sí, la abogada Digna Ochoa, fue también cortejada para servir de blanco y dignificar a la organización religiosa jesuita, misma que gozó de la buscada publicidad, cuando se lubrica y disfraza con el lucrativo cosmético de los derechos humanos.

Tal organización se sirvió del frágil pero rijoso Agustín Pro (1891-1927), reclutado y enajenado para hacerle la guerra al gobierno mexicano. Así, la Roma imperial, logra seguir hasta la fecha, con la pretensión hegemónica de manipular, para especular, e imperar, tal como fue la declaración del tirano Benito Mussolini: (1883- 1945).

Historiadores documentan, que el nombre de Benito, se lo aplicó su padre, el cual admiraba a don Benito Juárez García, por su lucha de separar la voracidad de la iglesia católica, del gobierno civil.

Si faltaran pistas para investigar y hasta para que Nexflix, haga una serie, considerando a la infinidad de mujeres, sacrificadas para dar nutrimiento y musculatura al pulpo religioso; basta rememorar los casos famosos de Juana de Arco, y la llamada Sor Juana Inés de la Cruz, hasta la gran luchadora y abogada: Digna Ochoa y Plácido.

Por último, hace unas horas, oímos las noticias de que los miembros del cártel religioso, autodenominado: episcopado, trata de copar, la reforma electoral. Increíble patanería de los serviles de la Roma vaticana.

Ya les apetece organizar otra guerra cristera, como la de 1929, de la cual se reportan a más de 250 mil mexicanos y mexicanas como saldo fúnebre del enfrentamiento inducido.

¿Cuántas Dignas Ochoa, habrán sido la cosecha de la iglesia “consagrada” para enfrentarnos?

Nada más y nada menos: buenos lectores mexicanos.

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