Días de violencia desatada en México

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Imágenes de muerte corrieron ayer por Tamaulipas. Sicarios de Los Metros hicieron circular videos, fotos, audios, de un enfrentamiento en contra del Grupo Escorpión, ocurrido en Ciudad Méndez. Cuerpos decapitados y desmembrados. Vehículos volcados o en llamas. Tableteo de fusiles. Gritos de dolor aterradores y voces quebradas que pedían piedad. El resultado de un encuentro entre dos grupos del Cártel del Golfo que hoy tienen al estado que gobierna Américo Villarreal totalmente hundido en la violencia.
Hace apenas unos días, efectivos militares abatieron en un tiroteo, ocurrido a la altura del puente internacional Reynosa-Pharr, a varios integrantes del Grupo Escorpión.
Quienes esperaban para cruzar el puente tuvieron que bajar de sus vehículos para resguardarse de las balas.
Tres sicarios en cuyos chalecos aparecía la leyenda “Fuerzas Especiales del jefe XIX”, y que eran miembros de la célula comandada por José Alberto García Vilano, Ciclón 19, quedaron tendidos frente a los ojos de cientos de personas.
En las imágenes brutales de ayer, entre cuerpos brutalmente cubiertos de sangre, un cadáver seccionado fue colocado sobre el cofre de una camioneta.
Precisamente ayer, varios medios reportaron que “halcones” del crimen organizado estaban interceptando turistas a las puertas del aeropuerto de Nuevo Laredo para interrogarlos sobre el motivo de su visita.
De acuerdo con una nota de Reforma, todo esto ocurría frente a la mirada indiferente de militares colocados en los alrededores de la terminal aérea.
Los sicarios que pusieron a rodar en las redes las imágenes brutales de la matanza ocurrida en Ciudad Méndez, se jactaban de que ni el Ejército ni la Guardia Nacional habían hecho presencia en el lugar de los hechos.
Todo esto ocurría mientras se daba a conocer la desaparición de 50 migrantes que viajaban en un autobús que había salido de Chiapas, y cuyo rastro se perdió entre El Huizache y Matehuala, San Luis Potosí, en la temible carretera 57.
Testigos vieron que el autobús fue desviado; más tarde, el vicepresidente de la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos recibió llamadas, presuntamente del Cártel del Golfo, en las que se exigían rescates de 1,500 dólares por persona.
La unidad fue encontrada más tarde en Galeana, Nuevo León.
Con base en datos oficiales, Quinto Elemento Lab acababa de informar que, durante el último año, un promedio de 32 personas desapareció cada día en México.
En Ciudad Obregón, Sonora, un comandante de la policía municipal que, según información de El Debate, el 10 de mayo pasado había recibido la encomienda de coordinar la seguridad en varias colonias del municipio, fue ejecutado por sujetos que viajaban a bordo de una motocicleta.
Apenas semanas atrás, otro comandante operativo de la municipal de Cajeme, Jesús Alberto Navarro Velarde, había recibido en su domicilio una corona fúnebre en la que venía su nombre. Al circular días más tarde por la zona bancaria de Ciudad Obregón, Navarro Velarde y su escolta, Alberto Galindo Ayón, fueron cazados por gatilleros que escaparon a bordo de un vehículo. Era la una de la tarde.
No era la primera vez que comandantes de Cajeme eran asesinados. En 2017 un grupo armado estacionó dos camionetas frente a la comandancia municipal, y esperó la salida de Marco Antonio Trevizo Aguilar. Los asesinos habían utilizado calibre .40, así como 7.62.
Hay días en que el crimen organizado asoma la cara sin pudor en diversas regiones de México, y días, también, en que toda clase de violencia nos recuerda el tiempo que estamos viviendo. Son días de violencia desatada.
La noche del sábado pasado, durante una fiesta patronal celebrada en el quiosco de Topilejo, al sur de la Ciudad de México, una balacera dejó 16 heridos y una niña de diez años muerta.
Fue el fin de semana en que un baile de XV años en Villagrán, Guanajuato, culminó con un ataque directo con armas largas que dejó otro muerto, y fue el fin de semana en que tres turistas argentinos fueron atacados a machetazos en las Lagunas de Chacahua: uno de ellos murió por las heridas recibidas en la cabeza, los brazos, las manos.
Lamentablemente, la rueda de la muerte va girando en México.

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