Día de la Mujer: “Marcho con mi hija para que no le pase”

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Con pancartas, pintura en el cuerpo, banderas en mano y gritando “¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!”, más de 800 mujeres recorrieron una de las avenidas principales de Puerto Vallarta para exigir a las autoridades frenar la violencia de género en el Día Internacional de la Mujer.

Marisol llegó en punto de las 6 de la tarde al Parque de las Mujeres, el memorial de víctimas de feminicidio, para unirse al contingente y participar en la marcha.

Es la primera vez que “Sol” acude a una manifestación y lo hizo porque su hija Isela, de ocho años, la motivó a marchar y protestar por “las que ya no están”.

“Cuando tenía la edad de mi hija fue mi primer abuso. Yo no hablé por miedo y cuando lo hice no me creyeron, ni mi mamá; por eso estoy aquí con ella, porque no quiero que le pase lo que a mí”, confesó en entrevista. 

El contingente recorrió el malecón de forma pacífica para finalizar y concentrarse en Los Arcos del malecón. Tomaron el corazón de la ciudad y la marcha concluyó con la participación de un grupo de mujeres tocando los tambores y cantando “Canción Sin Miedo” de Vivir Quintana. 

Piden equidad laboral 

En México persisten los retos para alcanzar la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral entre hombres y mujeres. 

La mayoría de las mujeres que deciden tener profesiones “masculinizadas” son mal vistas y tienen el reto de ser reconocidas por su trabajo. 

Como Zulma Vázquez que durante cinco años ha recibido comentarios negativos por ser entrenadora de perros de guardia. 

“Todos los días me dicen comentarios, sobre todo cuando trabajo guardia. Me han dicho que es muy peligroso, que si no me da miedo o ¿porqué no me dedico a otra cosa?”, comentó.

Otro de los retos por los que se enfrenta día a día es el famoso “mansplaining”, que es cuando un hombre explica a una mujer algo que ella en realidad ya entiende.

“Considero que lo más complicado es trabajar para hombres, en su mayoría no respetan mi trabajo, me quieren explicar cómo hacer el trabajo para el cual me contrataron”, señala. 

Itzi Batista tiene ocho años en el mundo del tatuaje y confiesa que los clientes esperan ver a un hombre tatuador en vez de una mujer. 

“Me han dicho desde que “las mujeres se ven mal llenas de tatuajes” hasta al momento de salir a atender a un cliente en recepción y pregunten “¿dónde está el tatuador?”. También me han etiquetado en la sociedad como “machorra” o hacen comentarios como “eso es para hombres”.

Aunque su trayecto profesional no ha sido nada fácil se siente feliz de ejercer lo que más le gusta.

“Mi proceso ha sido frustrado muchas veces también incluso por mi misma al pensar que estoy en terreno ajeno, pero he tenido una auto retroalimentación muy fructífera al darme cuenta de que soy una novedad en este ambiente como muchas otras mujeres y que mi talento no lo definen mis genitales o mi vello facial”, finalizó.

Diana Zavala es carpintera y la pandemia la obligó a dedicarse a este oficio, “un poco por necesidad y gusto”. 

Los retos por los que ha pasado han sido complicado pues también debe de cumplir su rol de madre. 

“Yo tuve que trabajar mientras cuidaba de mi hija. Mi marido jamás ha tenido que llevarse a nuestra hija al trabajo. Él no puede”, señala.

Diana también comentó que el respeto por parte de los hombres se lo ha ganado con el tiempo y por su esfuerzo. 

“La verdad no ha sido fácil porque los lugares a los que voy a comprar mis insumos están acostumbrados a ver hombres y tratar con hombres. Es difícil no sentirse mal cuando te ignoran o te hacen sentir como si no supieras de lo que hablas. Pero el respeto me lo gané con el tiempo y enseñándoles a las personas mi valor”. 

Jimena Baumgarten