Después del feminicidio…

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La muerte es un hecho inevitable que el ser humano no logra aún controlar; causa dolor, tristeza y vacíos difíciles de llenar. Nuestro país en los últimos años se ha estado llenando de cruces rosas/moradas, las muertes de mujeres se esta convirtiendo en una pandemia que alcanza ya la cifra de 9 mujeres asesinadas al día.

El feminicidio es la expresión de la violencia de género más cruda;  donde la brutal  violencia contra la mujer ha llevado al legislador a tipificarla como un delito autónomo del homicidio en nuestro estado; si, el feminicidio no es solo el ser asesinada, sino, que este hecho tenga que ver con el hecho de ser mujer.

Si bien, el tipo penal en nuestro estado se encuentra descrito desde el 2012, aun existen graves omisiones por parte del estado, tanto para la prevención de este delito, la investigación y posterior judicialización para otorgar justicia a las familias de la victima, como para la reparación del daño a las víctimas colaterales.

Si el acceso a la justicia a estas familias les resulta difícil, aun con todos los mecanismos e instituciones existentes, imaginen como es para las hijas e hijos de estas mujeres asesinadas; si, las víctimas silenciosas, olvidados, excluidas por el estado en cada uno de los casos de feminicidio, son los hijos de cada una de estas mujeres.

Muchos de estos menores se encuentra en una doble situación de orfandad: por un lado, ha perdido a su madre y por el otro, su padre se encuentra o bien prófugo o bien detenido por ser el presunto responsable del asesinato de su madre. En este supuesto se encuentran entre otras, la hija de Daniela Vargas y las hijas de Analey Montes, mujeres que fueron asesinadas presuntamente por sus parejas, los padres de las menores.

La invisibilidad de estos menores es tan evidente, que aquí en Vallarta, no existe un área o dependencia municipal que le este dando seguimiento a estos menores, los cuales no solo la situación de sobrevivencia es precaria, sino abarca también la custodia legal de los mismos, así como los bienes que las madres dejan y que son los familiares quienes disponen de ellos, en muchos casos, en detrimento del menor.

Son niños que no se encuentran en programas de becas, no cuentan con soporte psicológico, no hay supervisión por parte del estado en cuanto a las condiciones de vida de ellos, la gran mayoría se encuentra en disputas de custodias legales, si, son los invisibles de los feminicidios en Puerto Vallarta.

Cuando se habla de políticas públicas de género, tiene que ver también con los programas que tiene que atender a estas  victimas, pero al estado, los problemas de género no le son importantes, por ejemplo, en Puerto Vallarta, para el 2018 el ayuntamiento No presupuesto ningún programa de género al Instituto Municipal de la Mujer, todo el dinero etiquetado fue para el gasto corriente del instituto, pero no solo eso, el propio instituto No cuenta con programas y políticas de género, no obstante que desde el 2016 el municipio cuenta con una alerta de género estatal. Lo mas curioso, del tema es que las políticas públicas de genero no las hace el instituto municipal de la mujer, sino el Secretario General del Ayuntamiento!! Así de importante es la política pública para Arturo Dávalos en lo que respecta a la problemática de la violencia contra la mujer. Si, el mismo que cree que con una patrulla rosa y un instituto sin políticas y programas de genero claras y definidas es suficiente para atacar el problema de la violencia de género y sus consecuencias de la misma: las víctimas invisibles de los feminicidios se encuentran por lo tanto, en un abandono completo por parte del estado en cuanto a su protección y tutela de derechos humanos.

En estas fechas, donde los niños esperan ansiosos los regalos y para bienes familiares, hay este año, más niños que tendrán unas fiestas nada felices: su madre fue asesinada y su padre se encuentra preso o prófugo por ser el presunto feticida.

Sí, después de los feminicidios hay historias de vida que duelen… en vida.

Sandra Quiñones