Los vecinos del Fraccionamiento Los Palmares, en la demarcación de San Vicente, en cada tormenta se inundan, debido a la mala planeación de la constructora. Están asentados en zona de riesgo y regularmente el arroyo La Quebrada se desborda.

Además, los escurrimientos de alrededor ahí bajan, lo que provoca que sus vialidades se conviertan en ríos y el agua entre a sus viviendas, en ocasiones de  hasta en casi un metro, por lo que desesperados llamaron a CPS Noticias a hacer su denuncia ciudadana.

Una de las afectadas es Yaneth Diaz Amador, quien apenas hace unos meses adquirió por Infonavit su vivienda y escogió su casa en Avenida Las Palapas y Michoacán.

CALLES SE CONVIERTEN EN RÍOS

Lamenta que la constructora no le advirtió de las inundaciones, pues con muchas ilusiones y sacrificio, adquirió su patrimonio para vivir hoy una pesadilla, con sus muebles dañados pues subió el agua a más de medio metro.

“La constructora ya ni da la cara, ¿aquí a quién le echamos la culpa?, entonces le pido al gobernador haga algo por nosotros, vea la situación que pasamos, esta casa no nos la regalaron, nos costó mucho para que cada vez que llueve nos inundemos”. Solicitó a las autoridades que actúen para que la inmobiliaria les resuelva el problema. 

SE SIENTE DEFRAUDADA POR LA CONSTRUCTORA

Incluso en la misma calle hay muchas viviendas solas, dice que nadie quiere mudarse por lo mismo de las inundaciones: “Todo quedó lleno de lodo y charcos, compramos un fraccionamiento no un chiquero”, se quejó.

Paralelo a la calle corre un canal, de apenas medio metro de ancho aproximadamente y con poca profundidad, que es insuficiente para los caudales que bajan, por lo que pide a las autoridades y constructora lo agranden o busquen otras soluciones al problema. 

“Mi esposo compró aquí sin saber,  no hay quien nos escuche…todos mis muebles están mojados, tuve que mandar hacer bases de herrería con llantas, para poder moverlos en cada inundación, meterlos a un cuarto y taponarlos”, explicó.

Muy desesperados se encuentran ahí, pues se sienten defraudados y abandonados, ante el constante peligro de su patrimonio e integridad: “Yo compré una casa donde iba a ser feliz, pero puro llorar soy, porque no sé ni qué hacer”, lamentó.

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