La desesperación e impotencia del señor X

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Estamos viviendo un nuevo fenómeno de persecución política en nuestro país. La ultraderecha ha venido construyendo un ambiente hostil no sólo a las posiciones del gobierno federal, sino que ha emprendido a la par un proceso de disciplinamiento de toda la oposición. 

No fue para nada un juego cuando Claudio X. González, el representante del conservadurismo más rancio del país y claro representante de un entreguismo hacía el extranjero, lanzó la amenaza de que emprendería la realización de una lista para saber quiénes habían apoyado a López Obrador en la presidencia. 

Este mensaje que se interpretó como un amedrentamiento a las bases obradoristas en los poderes de la Unión se extendió a la oposición política. En la medida de que el discurso político que ha ido construyendo no tiene resonancia social, es decir, no tiene forma de consolidar una movilización que lo respalde, ha hecho de las redes sociales su nicho a la espera de mayores condiciones. 

Este nuevo amedrentamiento no corresponde al apoyo directo al presidente López Obrador sino ante todo a la posibilidad de que se apruebe la reforma energética, ya sea con los votos de los legisladores o con la ausencia de estos del pleno. Un apoyo indirecto. 

Esta operación se llevó a cabo como un ensayo de lo que podría pasar las siguientes semanas. El laboratorio fue la Cámara de Senadores, y el pretexto fue tan risorio que pudo develar la estrategia de la ultraderecha. 

En las redes sociales, de repente, empezó a salir el tema de que legisladores del PRI, PAN y PRD no se habían presentado el día que presuntamente detendrían el avance del Tren Maya. Los reclamos a Lily Téllez, Beatriz Paredes, Osorio Chong y Miguel Ángel Mancera estaban guiados para recordarles a todos los senadores que serán linchados mediáticamente si por alguna razón ceden y votan a favor de la reforma energética. 

La inseguridad de Claudio X. González de no controlar a toda la oposición según sus directrices ya lo ha llevado a plantearse otra vía que ya empezó a explorar. En su mensaje sobre por qué no votar este 10 de abril muestra sus debilidades más importantes. 

La primera debilidad política que sale a relucir es que su estrategia de incrementar el descontento y movilizarlo ha fracasado. La lectura del presidente López Obrador fue la correcta, la historia de golpes de estado en América Latina demostraba que la mejor forma de enfrentarse con la oposición es en las urnas, y ante eso está quedando demostrado que ni con los medios de comunicación les alcanza para poder legitimar el descontento de las élites. 

La segunda debilidad es que, al no controlar a la clase política, aunque lo ha intentado cooptando a las cúpulas, lo lleva a desmarcarse desde ya de estos, por lo que su planteamiento se centra en que sólo los ciudadanos podrán detener este proceso de transformación en curso. Ya está previendo una traición, y está intentando ser el representante de la sociedad organizada. Busca usurpar una representación antes de que le sea demasiado tarde. 

Esto nos lleva a su tercera debilidad, no le alcanza el dinero para corromper a los tres partidos y que estos se sumen al unísono para nombrarlo candidato. Por ello, se autodestapa en un video para ser el representante ciudadano. Devela su impotencia, la política no es una empresa privada en la que él pueda dar las órdenes y los otros tengan que obedecerlos, la política va diálogos. 

Pero como toda opción política que se vuelve impotente corre el riesgo de radicalizarse. No es menor el proceso de linchamiento que empieza a padecer la clase política de derecha que no está del todo alienada a esta estrategia. Convirtieron en un escándalo una cosa pírrica manipulando a su base social, el que un punto de acuerdo para una comparecencia iba detener el Tren Maya. 

Por eso cuando sale alguien como Enrique de la Madrid a escena a intentar hacer política en la marcha #TerminasYTeVas lo primero que hacen las redes sociales es desprestigiarlo, en su intento porque ningún liderazgo crezca la ultraderecha ya está mostrando la forma en cómo operarán para 2024. Nadie que tenga criterio independiente podrá tener cabida. La política será tratada como una mercancía, y a partir de ahí serán necesarios mercenarios políticos en este contexto, pero no los políticos que quieran crecer sin el amparo “ciudadano”. 

Esto es grave para un sector de derecha liberal que se había ganado su espacio político a través del diálogo y no la confrontación, y que en el fondo ven con preocupación la intromisión de las élites económicas en un espacio que no necesariamente era de ellos. 

En su mensaje Claudio X. González además da cuenta del miedo que tiene de que su proyecto político pudiera enfrentar a un movimiento social organizado que no le permitiría ir más allá de 2026 si 2024 se complicara para la izquierda. Se da cuenta que la manipulación mediática tiene un límite, esta experiencia es de la que vienen después del gran fracaso de haber hundido a Peña Nieto, pero no haber podido mantener a uno de los suyos en la presidencia. 

Este nuevo macartismo en donde la persecución mediática ya no sólo se realiza hacía los sectores de izquierda y progresistas sino a los sectores de derecha liberal que no comulgan con el radicalismo de la ultraderecha se intensificará en estas semanas cuando se vote la reforma energética. Se intenta moldear ya no sólo a la opinión pública contra un tema sino producir adversarios, aunque con anterioridad hayan sido aliados. 

Es así como el señor X ha producido una disyuntiva para la derecha, o es con él o lo que sigue son la publicación en redes de escándalos para destruir reputaciones. Hay que saber leer que estas advertencias se dan ante el avance que se logró al movilizar socialmente a la base obradorista para el revocatorio. 

La descomposición del sector conservador se da debido a la impotencia de no haber logrado sus objetivos ni en la elección intermedia ni en las gubernaturas ni en debilitar a la presidencia de la república a pesar de mantener ayuda desde el exterior y todos los medios de comunicación atacando las acciones de los gobiernos emanados de Morena.

Sin base social y sin discurso político que construya con las mayorías la ultraderecha se alista para una guerra intestina por el control del liderazgo de la oposición después de la reforma energética que marcara la ruta para 2024, habrá que estar atentos a todas las líneas que se abran ya que el miedo, la desesperación y la impotencia no son buenas consejeras. Ese es el laberinto al que los ha guiado el ciudadano X. ¿Tendrán un balance en la oposición?