Daños colaterales

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Foto: El Economista

Los sistemas de salud en México están en jaque con la amenaza del Covid-19. Si las cosas no cambian, en Baja California Sur se podría avecinar un panorama desgarrador; aunque el 90% de los pacientes se han recuperado en casa, la infraestructura no será suficiente para atender la creciente ola de contagios.  Aclaro, este virus, de proporciones que no habíamos visto antes, por lo menos no en la historia moderna, avanza más rápido que los esfuerzos y posibilidades de los centros hospitalarios. ¿Los responsables? TODOS. Es increíble cómo podemos ser tan obtusos. Sabemos que el virus no es una sentencia de muerte, no para todos, sin embargo, un porcentaje alto de la población es más vulnerable, nos lo han dicho hasta el cansancio. La edad o algún otro padecimiento, provocado muy probablemente por alguna otra de nuestras negligencias, son factores nos pueden llevar a la tumba.

Seguramente muchos ya están cansados de leer cifras, pero es necesario que nos quede clara la situación que estamos viviendo. Dicen que “los muertos no importan hasta que son nuestros muertos”, porque es hasta entonces cuando confirmamos la importancia de cuidarnos. No sólo estamos llenando los hospitales de pacientes con esta enfermedad respiratoria, también le estamos arrebatando la posibilidad de atenderse a personas con problemas renales, cardiacos, cáncer, VIH, entre un enorme etcétera. ¿O acaso tampoco importan los enfermos mientras no sean nuestros enfermos? 

Por otro lado, si seguimos sin entender la magnitud de esta crisis habrá consecuencias mucho más graves a la economía. Según Forbes, más de 1 millón 180 mil personas se han quedado sin empleo formal en nuestro país, pero en la Encuesta Telefónica de Empleo y Ocupación del INEGI, contabilizaron 12.5 millones de trabajos perdidos. En Baja California Sur, de acuerdo con cifras del IMSS, se informó una contracción del 11.7% a la tasa anual de empleos. Cifras de la Secretaría del Trabajo y Desarrollo Social reportaron que, hasta junio, 14 mil personas perdieron su empleo formal, pero podrían llegar a ser entre 18 y 19 mil, así que esto no es cualquier cosa, no es una crisis pasajera.

¿Qué estamos esperando? Hagamos caso a las recomendaciones de los expertos, y no me refiero a regresar al confinamiento, de ninguna manera creo que seguir limitando las actividades económicas sea la salida, es más, ni siquiera cerrar las playas o evitar las actividades recreativas, tenemos que aprender a vivir con el virus porque llegó para quedarse. 

Escuchemos a nuestro cuerpo y frenemos en cuanto algún síntoma aparezca para evitar contagios. Conservemos la sana distancia, usemos cubrebocas (ya hay para todos los gustos), hay que lavarnos las manos y usar gel antibacterial, además de no exponer a las personas más vulnerables. Tenemos que entender que el gobierno, ya sea municipal, estatal o federal, no podrá “aplanar la curva” sin nuestro apoyo. De lo contrario, como fichitas de dominó, iremos cayendo uno por uno, ya sea por el virus, por cualquier otra enfermedad o por el colapso de la economía.

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