Cuba: pieza clave en la disputa por la hegemonía mundial

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Cuba se encuentra inserta en un momento muy complejo. Los peligros que se avecinan deben leerse a partir de su férrea voluntad por mantener en pie su soberanía nacional. Las nuevas campañas tácticas por debilitar al gobierno cubano a partir de la crisis derivada del COVID-19 forma parte de una estrategia de mucho mayor envergadura de lo que a simple vista se logra observar.

La isla lleva años resistiendo operaciones en el marco de un nuevo tipo de guerra, una guerra de cuarta generación, en donde el factor tecnológico es fundamental. Los medios de propaganda que se despliegan dentro de Cuba para desestabilizar al gobierno han aprovechado el alza en el precio de los alimentos y el aumento de los casos COVID-19 para alentar protestas.

Este tipo de protestas no son exclusivas del gobierno de Díaz-Canel sino que se han presentado a lo largo y ancho de todo el mundo, justamente por la crisis económica que se ha producido por las cuarentenas a las que los gobiernos han sido orillados a decretar por el alza de la mortalidad del virus. En el caso del pueblo cubano la situación ha sido peor debido al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.

El descontento dentro de la sociedad cubana fue magnificado y amplificado para exigir una intervención humanitaria en el único país de América Latina que ha podido producir no una, sino tres diferentes tipos de vacunas contra el coronavirus, y que ha logrado empezar a inmunizar a su propio pueblo sin la necesidad de algún mecanismo internacional. Si uno quisiera observar el drama de la región basta ver Haití que no ha recibido una sola dosis de vacuna para su población.

Las redes sociales han jugado un papel fundamental en este proceso para calentar la calle en el país caribeño, pero a diferencia de lugares como Colombia, el gobierno cubano se movilizó para entablar conversaciones con los manifestantes para explicar el por qué de las carencias que se viven en este delicado momento. Porque es obvio que existen contradicciones, el punto es cómo se resuelven y qué se derivan de ellas.

Las manipulaciones en torno a este proceso fueron grotescas, desde la difusión de fotografías pertenecientes a la Primavera Árabe adjudicándolas al Malecón hasta la presunta huida de Raúl Castro de la Isla o la dimisión de altos funcionarios de gobierno, presuntamente por haberse negado a reprimir a su pueblo, todas ellas fueron noticias que se difundieron profusamente sin reparo alguno de verificar su veracidad. Entender la serie de manipulaciones que se dieron en tan corto tiempo no deben servir como distractores de lo que verdaderamente está en curso.

El Fondo Monetario Internacional ya da cuenta que China es el socio económico más importante de Sudamérica, a excepción de Colombia, Ecuador, Surinam y la Guayana Francesa. Y su principal socio en América del Norte se encuentra precisamente en Cuba.

Esto a contrapelo del poderío militar de Estados Unidos en la región en donde encontramos por lo menos siete bases en Colombia, varias en el Caribe y una superbase en Honduras. Y es que el crecimiento económico de China a pesar de la pandemia ha sido sorprendente en todos los sentidos, este año estaría llegando a 7.9 % del PIB, ya con desaceleración encima. De seguir así China será la principal economía del mundo para 2028 según el Centro de Investigación Económica y de Negocios.

Desde que Estados Unidos expulsó a España del continente con su salida de Cuba, además de arrebatarles el control de las Filipinas en la vuelta de siglo XIX al XX, no había tenido este nivel de desafío ni siquiera en la delicada crisis de los misiles que involucró a la URSS, que nunca tuvo el nivel de influencia comercial en la región como lo tiene actualmente China.

El 20 de julio de 1895, Richard Olney, secretario de Estado, declaraba una posición que Estados Unidos aplicaría a través de su doctrina Monroe:

“Hoy en día los Estados Unidos tienen prácticamente la soberanía sobre este continente y sus determinaciones son ley en los asuntos a los cuales confía su interposición”.

No puede entenderse la coyuntura actual sin tomar revista de la salida de Estados Unidos de Afganistán con miras a fortalecer su presencia militar en lo que corresponde al Comando del Pacífico (PACOM) y el cerco que se le está imponiendo a China en el Mar de China Meridonial, desde aquí se pueden interpretar las palabras hechas por el presidente Xi Jinping en el marco del centenario del Partido Comunista:

“El pueblo chino no permitirá en absoluto que ninguna fuerza extranjera nos intimide, oprima o esclavice, y cualquiera que lo intente se enfrentará a cabezas rotas y derramamientos de sangre frente a la Gran Muralla de hierro de los 1.400 millones de chinos”.

Es por ello por lo que, las declaraciones del portavoz de la cancillería China Zhao Lijian deben tomarse con mucha seriedad:

“Levantar el bloqueo de Estados Unidos redundaría en el interés común de los pueblos y contribuiría a sentar la paz y la estabilidad en los dos continentes americanos”.

China que es muy dada a no reaccionar con celeridad en este caso, mostró un interés inusual, y es que parece ser está entendiendo este movimiento como una pinza dentro de un teatro de operaciones que incluirían al Pacífico y al Caribe: aumento de la presencia militar para asfixiar a China y despejar cualquier presencia que represente una amenaza dentro de los mares próximos a Estados Unidos.

El que el gobierno chino coloque al Caribe como parte de Sudamérica y no como parte de América del Norte muestra que ya estamos dentro de la disputa por la narrativa de la composición geográfica de nuestra América.

Como bien apunta Evo Morales, estamos quizás ante la reedición de un Plan Condor 2, un plan que garantice la subordinación de los estados nacionales latinoamericanos a la lógica de acumulación de Estados Unidos, pero con un componente sumamente nuevo que no debemos perder de vista: la necropolítica. La subordinación del siglo XX estuvo acompañada de dictaduras dentro de la región, pero en el contexto actual lo que está siendo utilizado para desestabilizar gobiernos democráticos ya no son solo a las oligarquías locales junto con los militares, sino que han echado mano de mercenarios, paramilitares y narcotraficantes para el control de territorio.

La nueva intervención en Haití, la configuración de operaciones encubiertas en Venezuela para derrocar a su gobierno, y el nuevo ataque a Cuba forman parte de un nuevo tipo de ensayo para instaurar estados intervenidos por la lógica de la necropolítica, y desde ahí, impedir cualquier tipo de soberanía que represente un riesgo en medio de la disputa de Estados Unidos con China.

El fracaso de Estados Unidos por garantizar vacunas para todo el continente americano fue más que evidente, Rusia y China pudieron superarlo por lo avanzado de su industria farmacéutica, y eso es solo el inicio del choque de proyectos en la región. Cuba se volvió un ejemplo negativo para los intereses de la Big Pharma, y es que con todo y bloqueo económico al seguir ejerciendo su soberanía pudo avanzar en el diseño de vacunas mostrándose como una potencia en este rubro.

El pueblo cubano salió a las calles en defensa de sus logros y exigiendo se respete su libre autodeterminación después de la provocación lanzada con el #SOSCuba y su abierta solicitud para intervenir dentro de la isla más grande de las Antillas Mayores. Díaz-Canel tiene delante de sí un reto enorme para lograr salir de la asfixia provocada por el bloqueo económico al mismo tiempo que, la disputa por la hegemonía mundial vuelve a colocar a Cuba como uno de los actores principales para el siglo XXI, ante eso es necesario seguir manteniendo la soberanía y la solidaridad de los pueblos de nuestra América.