COVID-19 en los mares: 9.000 personas en cruceros varados
Decenas de cruceros quedaron varados en el mar luego de que la pandemia de COVID-19 hiciera que los países cerraran sus puertos. Mientras los gobiernos ensayan originales operativos para devolverlos a sus países, la vida en los barcos se dificulta, con pasajeros infectados, en cuarentena y hasta fallecidos.
Además de confinar a la población mundial en sus casas y suspender miles de eventos, la pandemia de coronavirus convirtió las soñadas vacaciones de muchas personas en una pesadilla que difícilmente olvidarán. La clausura de puertos y aeropuertos decretada por la mayoría de los países dejó varados a muchos cruceros turísticos que se encontraban aún a mitad de su itinerario.
Desde mediados de marzo, hay cruceros varados en las regiones del Caribe, el sur de Argentina, el mar Mediterráneo o el Sudeste Asiático, entre otras zonas, que no pueden continuar sus rutas originales debido a que los puertos en los que tenían previsto recalar cerraron el ingreso de extranjeros.
La situación se vuelve dramática en los diferentes cruceros, que varían desde barcos con pasajeros sin síntomas a pasajeros infectados con COVID-19 o incluso fallecidos, y obliga a las autoridades de los países de donde provienen los pasajeros a intentar operaciones de repatriación con los países en cuyos territorios se mantienen varados.
La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros informó —en un comunicado fechado el 16 de marzo— que había 40 embarcaciones con 90.000 pasajeros en el mar en el momento en que EEUU decidió suspender el ingreso de extranjeros provenientes de Europa. Muchos de esos cruceros, adelantaba, podrían regresar antes del 30 de marzo.
En efecto, a comienzos de abril la cifra de cruceros varados debido al cierre de puertos disminuyó pero aún sigue preocupando. Según una estimación de la organización católica de caridad ‘Stella Maris (Apostolado del Mar)’, a comienzos de abril aún quedaban al menos nueve cruceros en el mundo con casi 8.000 pasajeros y unos 1.000 tripulantes.
Quedarse varado no es fácil. Un comunicado de la organización católica ilustra la preocupación por los problemas de salud mental que pueden afrontar tanto pasajeros como tripulantes, que más allá de la posibilidad de enfermarse con COVID-19 deben permanecer aislados a bordo de las embarcaciones por tiempo indefinido.
Una de las situaciones más dramáticas se vivió en el crucero Zaandam, que zarpó el 7 de marzo desde Buenos Aires con 1.242 pasajeros y 586 tripulantes con destino a Fort Lauderdale, estado de Florida, EEUU. Los pasajeros pudieron salir del barco por última vez el 14 de marzo en Punta Arenas, Chile, ya que el resto de los puertos sobre el Océano Pacífico negaron el descenso debido al brote de coronavirus.
Con pasajeros enfermos desde el 21 de marzo, el crucero debió esperar una semana a que el Gobierno de Panamá le autorizara a transitar el Canal de Panamá. Mientras estaba fondeado en la costa panameña, la empresa Holland America Line —que opera el crucero— confirmó que llevaba ocho muertos a bordo.
El Zaandam fue finalmente autorizado y logró llegar al puerto de Florida el 2 de abril, donde los enfermos fueron atendidos. También llegó el crucero Rotterdam, manejado por la misma empresa y también con infectados a bordo, tras cumplir un periplo similar.
El Coral Princess, por su parte, había partido el 5 de marzo de Santiago de Chile con 1.020 pasajeros y 878 tripulantes. Tenía previsto visitar varias ciudades de Sudamérica antes de finalizar su recorrido en Buenos Aires el 19 de marzo.
Sin embargo, las medidas de prevención ante el coronavirus le cerró sucesivamente todos los puertos por los que tenía previsto pasar. El barco pudo tocar tierra recién el 4 de abril pero en Miami, a miles de kilómetros de su destino original. Ya había sido rechazado en EEUU por el puerto de Fort Lauderdale días antes.
Durante su viaje, muchos pasajeros comenzaron a sentir síntomas. Finalmente la empresa confirmó que 12 personas habían sido diagnosticadas con COVID-19. No fue todo, antes de atracar en Miami, la compañía informó que dos personas habían fallecido. Este 6 de abril se confirmó que uno de los pasajeros que habían sido hospitalizados tras dejar el barco también murió, llevando a tres la cifra de decesos.
COVID-19: dos cruceros en la costa de Uruguay
La crisis del coronavirus también ameritó operativos en el extremo sur de las Américas. El Gobierno de Uruguay debió coordinar con su par de Australia la evacuación de dos cruceros con bandera de ese país, el Ocean Atlantic y el Greg Mortimer. Mientras en el primer caso las gestiones lograron la repatriación de 128 australianos, 6 neozelandeses y 2 surcoreanos, el segundo se tornó más complejo, al registrarse síntomas de COVID-19 en más de 60 pasajeros
Enterado de los síntomas, el Gobierno uruguayo prohibió de inmediato el descenso de los tripulantes del crucero —fondeado a 20 kilómetros del Puerto de Montevideo— y dispuso que solo podrían descender los pasajeros que se tuvieran un cuadro clínico grave y requirieran ser hospitalizados. Así, seis personas desembarcaron gracias a un operativo de la Armada uruguaya.
Las autoridades uruguayas enviaron al crucero un equipo de cuatro laboratoristas con 216 kits para diagnosticar a las personas con síntomas. La empresa operadora del crucero, Aurora Expeditions, informó al diario australiano The Sidney Morning Herald que 81 test dieron positivo, al tiempo que otros 90 pasajeros aguardan el resultado.
El Ministerio de Salud Pública uruguayo también envió al crucero un equipo sanitario de 21 personas, entre médicos y enfermeros, que atendió en el lugar a las personas con síntomas a bordo.
La cantidad de positivos dentro del crucero hace que la coordinación de un traslado sea más difícil que la del Atlantic Ocean, explicó el canciller uruguayo Ernesto Talvi, quien aclaró que un “corredor humanitario” para permitirles llegar a un aeropuerto exigiría mayores controles sanitarios y que Australia envíe un vuelo charter para devolverlos a su país.
El Gobierno uruguayo no solo debe preocuparse por extranjeros en cruceros. Trece uruguayos, entre ellos el exsubsecretario de Turismo Benjamín Liberoff, permanecían en cuarentena a bordo del crucero Celebrity. Según informó el exjerarca a través de su cuenta de Twitter, los pasajeros del crucero fueron derivados a la ciudad de San Diego, California, donde fueron sometidos a pruebas de temperatura antes de que se les permitera abordar un avión que los llevaría a San Pablo, Brasil.
Cruceros varados: ¿qué hizo Cuba?
Uruguay no fue el único país latinoamericano que debió asistir a extranjeros varados en sus costas. El Gobierno de Cuba autorizó el 18 de marzo pasado el desembarco de 682 pasajeros y 281 tripulantes que viajaban en el crucero británico MS Braemar, que permanecía atracado en el puerto de Mariel, a 56 kilómetros al oeste de La Habana. A bordo había cinco pacientes diagnosticados con COVID-19, 53 sospechosos, varios de ellos en aislamiento.
Para asegurar su extracción hacia el aeropuerto de La Habana, donde tres aviones enviados por el Reino Unido los llevarían de regreso a Londres, el Gobierno cubano montó un operativo en el que participaron 43 personas, entre choferes, aduaneros y prácticos del puerto. Todos los funcionarios debieron permanecer en cuarentena por 14 días en un centro de aislamiento dispuesto para ese caso y fueron dados de alta el 2 de abril pasado.
“Deseo expresar mi inmensa gratitud y la de mi país, a los 43 cubanos que hoy terminaron el período de cuarentena, tras su contribución invaluable al éxito de la operación realizada por Cuba para ayudar a regresar al Reino Unido a los pasajeros y parte de la tripulación del crucero Braemar”, escribió el embajador británico en Cuba, Antony Stokes, en una carta.
Sputnik