Nuclear Pop

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Son las campañas electorales en Reino Unido, la candidata Liz Truss se encuentra en un debate, John Pienaar, el periodista que conduce la sesión lanza una pregunta demoledora a juego de la posibilidad de usar las cartas de ultimo recurso.

“Estás dando la orden de desatar nuestras armas nucleares lo que significaría la aniquilación global, no te preguntaré si presionarías el botón ya que dirás que sí, pero frente a esta tarea yo me sentiría físicamente enfermo, ¿cómo te hace sentir este pensamiento?”.

Truss no duda, “Creo que es un importante deber de un primer ministro, yo estoy lista para hacer eso”. Si esto ya era sorprendente por el vaciamiento emocional que significa, ya que Pienaar estaba buscando una reacción a la posibilidad de tener en tus manos la capacidad de la extinción humana, lo asombroso fue la respuesta del público presente en el debate, los aplausos y los gritos de ¡sí! Inundaron la sala.

La sociedad del espectáculo dio la posibilidad de un mundo deshumanizado que lanza vítores como si se trata de un acto de honor o una acción gloriosa. Nada más alejado de la realidad. Las campañas políticas de la violencia política están conduciéndose ahora mismo por los caminos de la modernidad capitalista atómica. Los gritos de sí en la sala son ante todo la negación humana, pero se reciben con euforia, se desarrolla en el pópulo la política de muerte nuclear para el siglo XXI.

La masa social que se está construyendo en torno a la guerra mundial en el siglo XXI, parte del hecho de renunciar a una elección colectiva civilizatoria que tenga como fundamento el mundo humano de la vida. La renuncia a esta elección hace emerger nuevos mesías, que en dado caso asumirán el valor de la destrucción planetaria sin que eso les refleje el mínimo problema emocional. Es la pérdida de toda sujetidad política en el entendimiento y diálogo político, su negación más radical. Los ciudadanos modernos tienen la posibilidad de elegir, y lo hacen una sola vez, la vez que votan por su nuevo verdugo nuclear, ya que en sus manos queda poder llevarlo o no a la catástrofe nuclear.

Ante la violencia económica anónima que se vive a partir del recrudecimiento de la crisis económica de 2008, y la violencia político destructiva que se ha desatado en Europa a partir de la guerra en Ucrania desde 2014, las masas sociales en Europa han empezado a definirse por el desencanto, pero no sólo eso, también han apostado por gobiernos que asuman la destrucción de otros conjuntos sociales para recuperar su modo de vida, en otras palabras, la masa está dispuesta a desatar el caos siempre y cuando pueda dejar de padecer los efectos de la crisis epocal del capitalismo que le han empezado a caer encima. Se han vuelto cómplices.

La retórica actual va en escalada desde Vladimír Putin diciendo que “todos los medios” pueden ser usados para la guerra en Ucrania, hasta Joseph Biden declarando que se puede desatar el Armagedón si Rusia se atreve a usar sus armas nucleares tácticas. El propio Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad,

declaró respecto de las declaraciones de Putin que “amenazar con armas nucleares es inaceptable y un peligro real para todos. La comunidad internacional debe unirse para prevenir tales acciones. La paz mundial está en peligro”.

Pero la verborrea de los líderes mundiales que están poniendo en jaque la existencia de la vida humana en el planeta está siendo acompañada por un proceso de deshumanización radical en las masas, una cultura pop de la nuclearización de la vida cotidiana que apunta a la insensibilización de la destrucción de los otros.

Este intento de popularizar el uso de la bomba atómica como si nada pasara está llevándose a través de un experimento social que debemos poner especial atención. Diferentes algoritmos en las redes sociales están mostrando videos que ilustran con imágenes a los espectadores modernos desde la explosión virtual de una bomba nuclear para que puedas observar todos los fenómenos que se desarrollan durante el proceso, hasta la restauración de videos usados por el ejército americano como el de las últimas detonaciones que se realizaron en las Islas Marshall el 16 de mayo de 1958 o el de las pruebas realizadas en Nevada en 1953.

Infinidad de artículos para informar a la población sobre dónde, cuántas, el tamaño de las bombas y hasta sus nombres y claves para referirse a ellas. Una información que está creando el ambiente propicio para una aceptación social de que en definitiva las bombas estallaran.

Son los mass media junto con los gigantes de las redes sociales que se apresuran a dotar de un mecanismo de receptibilidad a un arma que no debería usarse. El lenguaje belicista está incitando a una población a tomar partida por el miedo, se infunde un miedo a ser destruido por los enemigos del Estado al que pertenecen, la paranoia y locura de la guerra fría está de nuevo aquí.

Y desde ese miedo producir un consenso para la utilización de la bomba como una medida defensiva, un discurso manipulador y sumamente peligroso, ya que esto no lleva al triunfo de un conjunto de Estados u otros sino más bien a la destrucción de la naturaleza en el planeta tierra, el desequilibrio que se produciría sería de consecuencias que apuntan al exterminio de la vida, esto sin contar las muertes que se producirían en un ataque que no cabe la menor duda será respondido, el overkill gobierna sobre el propio sentido común. Esto es lo que dirige la psicología de masas pro nucleares.

La crisis epocal del capitalismo y la crisis de la hegemonía americana están haciendo emerger una convergencia sumamente delicada en la que todos los actores políticos están haciendo llevar el reloj del fin del mundo a la media noche. Pero en la televisión, radio, periódicos y redes sociales esto pasa por completo desapercibido, de hecho, existen videos sobre lo que hay que hacer en caso de sobrevivir a un impacto nuclear, no es todo, también han empezado a difundir en periódicos la dosis de yodo que debes tomar, y los cuidados de la piel que debes tener. Esto no es de ninguna manera una acción ingenua, se está preparando el terreno.

Nuclear pop es la tendencia apocalíptica que se está dispersando en las masas sociales, sus mecanismos de integración son el miedo y el odio a los otros para defender su sobrevivencia en medio las peores crisis desatadas por el capitalismo del siglo XXI. Estamos asistiendo con una rapidez inédita a un proceso de acoplamiento para recibir la destrucción como algo normal en la convivencia civilizatoria.

Esto no es aislado, el comediante Zelensky hablando de ataques preventivos nucleares a Rusia, una de las potencias nucleares del planeta apunta a que no se aprendió nada de la crisis de los misiles de Cuba. Lo peor, es que los mesías del apocalipsis parecen estar siendo respaldados, habría que romper esos pactos de complicidad, y negarse a que la barbarie reine en el planeta. Existe poco tiempo para eso, pero aún no es demasiado tarde.