Cerati: el eterno soñador del rock argentino

En su aniversario, Gustavo Cerati sigue vivo en la memoria colectiva: un músico que convirtió la terquedad en eternidad y las canciones en plegarias
0
217
Cerati: el eterno soñador del rock argentino

Gustavo, vos no sabías lo que estabas creando. Un pibe bonaerense, guitarra en mano, soñando en aulas universitarias, imaginando acordes que parecían imposibles en un país con dioses ya escritos. Argentina tenía a Gardel en el tango y a Maradona en el fútbol. En el rock, el altar lo ocupaban Spinetta, Charly y Fito. Nadie esperaba que hubiera espacio para otro. Y, sin embargo, vos te abriste camino.

Con Zeta y Alberti se armaron de canciones y coraje, y se lanzaron al Río de la Plata como quien busca un tesoro escondido. Al principio sonaban ingenuos, casi chistosos, pero había en esas notas una promesa. Cuando preguntaste “¿Por qué no puedo ser el jet set?”, no era solo un estribillo: era tu destino hablándote.

Fuiste más que el líder de Soda Stereo. Fuiste brújula de una generación que necesitaba nuevas palabras para cantar, nuevas melodías para soñar. Con cada disco te hiciste más grande: “Signos” se volvió plegaria, “Canción Animal” rugido, “Dynamo” un salto hacia lo desconocido. Y no lo hiciste solo: te rodeaste de cómplices, Melero, Coleman, tantos que supieron reconocer tu hambre de belleza.

Cuando Soda se despidió, no te apagaste. Nos diste otra geografía: Bocanada como un paisaje onírico, Siempre es hoy como un espejo cambiante, Ahí vamos como descarga eléctrica, Fuerza natural como canto final y eterno. Cada disco tuyo fue un viaje que parecía no repetirse nunca.

Lo que más sorprende, Gustavo, es que parecías hacerlo casi sin esfuerzo. Como si la música habitara en vos desde siempre. Tenías esa forma de estar en el escenario: estallabas y, al mismo tiempo, nos susurrabas. Te volvías multitud y al instante eras íntimo. Eso no se aprende, se es.

Hoy, en tu aniversario, no sé si hablamos de vos o contigo. Porque al escucharte parece que estás cerca, respirando en cada verso. No hace falta haber vivido los ochenta para sentirte propio. Tu voz se quedó en las calles, en los bares, en los auriculares de quienes nunca te vieron en vivo. Sos recuerdo, pero también presente.

Los argentinos dicen que hay una santísima trinidad: Gardel en el tango, Maradona en el fútbol y vos en el rock. Y tal vez sea cierto. Pero yo creo que sos algo más: un soñador que no se conformó con lo posible. Y en esa terquedad encontraste la eternidad.

Gracias Totales, Gustavo. Gracias por esas canciones que aún hoy nos sostienen, por mostrarnos que la belleza puede doler y salvar al mismo tiempo. Gracias por dejar un eco que no se borra.

Google news logo
Síguenos en
Hugo Lynn