Una última gala gris y de relleno en La Casa de los Famosos
Foto: especial
La última gala de viernes en La Casa de los Famosos resultó decepcionante. Lejos del dramatismo habitual, la producción entregó un programa sin tensión, prácticamente de relleno, en vísperas de la gran final del domingo.
En otras semanas, los viernes tenían fuerza: eran sinónimo de fiesta y de robo de salvación, un giro que mantenía viva la competencia. Esta vez, en cambio, todo se redujo a una versión descafeinada del cine de la casa.
Sin el veneno de las dinámicas anteriores, el resultado fue un contenido plano, dulzón y poco memorable. La sensación general es que a la producción se le agotaron las ideas. Ya no supieron qué inventar.
Para disimular el vacío, se organizó una fiesta en el jardín. El grupo Merenglass apareció para poner música, aunque la celebración quedó tan “deslactosada” como la gala misma. No hubo emoción genuina ni giros inesperados.
El público expresó su desencanto en redes sociales. Muchos coincidieron en que se trató de un episodio innecesario, un relleno sin valor real. El contraste con lo que se espera de una gala final fue evidente.
Ahora todas las miradas apuntan al próximo domingo. La gran final definirá al ganador de esta tercera temporada de La Casa de los Famosos. Las encuestas en internet colocan a Aldo como el favorito indiscutible.
Aunque esos mismos sondeos han fallado en el pasado, el sentir común es que el regiomontano se encamina a la victoria. Cualquier desenlace distinto podría alimentar sospechas de fraude, por lo que la credibilidad de la producción está en juego.
En medio de este contexto, lo ocurrido este viernes quedará como una nota al pie: un episodio insípido, un paso en falso rumbo a la definición. La verdadera expectativa está en lo que sucederá en la gran final.
La Casa de los Famosos llega a su desenlace con un aire de cansancio, pero también con la presión de entregar un cierre convincente. El domingo será decisivo.
