Entendimiento Bicentenario en pos de defensa de la soberanía

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Recientemente se llevó a cabo un diálogo de alto nivel de seguridad entre el gobierno mexicano y el de Estados Unidos. Merrick Garland fiscal general y Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos encabezaron la delegación estadounidense mientras en nuestro país estuvieron presentes Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores; Adán Augusto, secretario de gobernación; Rosa Icela Rodríguez, secretaria de seguridad y protección ciudadana; y los titulares del ejército y la marina general Luis Crescencio Sandoval y almirante José Rafael Ojeda.

El presidente de la república dio un mensaje de bienvenida en el que destacó las relaciones históricas que hemos sostenido con nuestro vecino del norte. Repitió su famosa frase “bendito México tan cerca de dios y no tan lejos de Estados Unidos”. En su valoración el presidente considera que el respeto debe guiar la relación.

Dentro del balance del presidente López Obrador cada ocasión que han sucedido cambios importantes dentro de México, la relación con Estados Unidos a pesar de ser conflictiva y tensa en ciertos episodios, en muchos otros mantuvo una política de respeto a la soberanía nacional puso el ejemplo de cómo Lincoln nunca reconoció al gobierno de Maximiliano. Y desde su parecer ese debe ser el punto de partida, el respeto a la soberanía nacional. 

Hay que recordar que esta reunión se da después de la acusación que hizo la DEA contra el General Salvador Cienfuegos, ex secretario de la defensa, que estuvo preso en el penal de máxima seguridad Metropolitan Detention Center de Brooklyn acusado de narcotráfico. Esto vulneró la relación en materia de cooperación en seguridad en la región. 

La respuesta a esta crisis en los aparatos de seguridad del Estado mexicano tuvo una respuesta desde el poder legislativo, que aprobó la Ley de Seguridad Nacional que regulaba la presencia de agentes extranjeros en nuestro territorio. Cada agente tendrá ahora que registrarse ante la secretaria de Relaciones Exteriores, así como limitar el espacio de sus operaciones, al mismo tiempo que las leyes de sus lugares de origen no podrán aplicárseles.

El marco de cooperación en el que se operaba la relación bilateral era la Iniciativa Mérida, un acuerdo firmado en 2008 entre George W. Bush y Calderón Hinojosa. Ese acuerdo siguió la línea del discurso de la guerra contra el narcotráfico. La militarización de México fue uno de los objetivos fundamentales para acabar con la oposición a las políticas neoliberales que integraban la región económica. 

La falta de legitimidad de Calderón fue uno de los elementos importantes para construir un discurso basado en el combate al terrorismo y el narcotráfico como eje de la relación, apuntalando los negocios de las armas.

Se llegó al punto que incluso en la presidencia de Trump se buscaba incluir a los cárteles de la droga como objetivos terroristas, al hacerlo de esta manera, el estado de excepción global que se puso desde 2001 podría aplicar en nuestro territorio, es decir, pérdida de soberanía. Podríamos recibir el mismo trato que Afganistán. 

La violencia en nuestro país se instaló y potenció justamente a través de esta estrategia, nunca en la historia de México se había llegado a tan altos niveles de violencia. No sólo, la estrategia por quitarle los recursos al Estado a través de despojarlo de sus principales fuentes de recursos naturales estratégicos dejaba en una vulnerabilidad inédita la viabilidad del Estado mexicano en sí. Al no contar con recursos para canalizar a fondos sociales para compensar los efectos de la crisis económica se ponía en jaque seriamente la reproducción social del país. 

Este es el fondo del asunto. El cambio de perspectiva de la Iniciativa Mérida hacia el Entendimiento Bicentenario pone como centro el desarrollo económico, atender de fondo la pobreza y la falta de oportunidades que hacen que grupos criminales puedan someter a regiones enteras desde Centroamérica hasta Estados Unidos. 

El problema se ha desbordado en Estados Unidos que no logran recuperarse de la crisis de 2008 y que la crisis epidemiológica de la COVID-19 les ha generado retrasos serios para reactivar su actividad económica no sólo nacional sino esencialmente su presencia en el mercado mundial. Mientras China su principal competidor sigue creciendo sin poder ser detenido en la competencia comercial ni siquiera a través de la guerra comercial que efectuó el antecesor del presidente Biden. 

El negocio de la guerra es lucrativo para varias empresas en Estados Unidos, de hecho, por su falta de regulación y porque cada vez más los cárteles mexicanos son suministrados con armas producidas en Estados Unidos, el gobierno mexicano presentó una demanda contra 11 empresas fabricantes. Pero aún cuando esto es un negocio importante en el que existen muchos intereses de por medio, esto no resuelve el problema de fondo de la recuperación económica de la región, lejos está de poder detener la crisis humanitaria migratoria en la que estamos inmersos. 

El presidente López Obrador puso énfasis en programas sociales de transferencias económicas para ayudar a las familias a poder sostenerse en medio este escenario tan complejo que ha significado la actual y grave crisis económica. El que los programas del presidente sean de carácter universal y no solamente focalizados, ha generado una reacción positiva para la reactivación del mercado interno. 

Tanto Jóvenes construyendo el futuro como Sembrando vida, dan oportunidades en áreas esencial, en una se avanza en no sumar más jóvenes al desempleo y en la otra se le dan oportunidades al campo para mantenerse de él esto a contrapelo de la destrucción que significaron las políticas del Consenso de Washington de no subsidiar al campo en nada.  Formar oportunidades en los lugares origen es una apuesta por construir un dique de contención a la violencia y por ende a la migración. 

La carta que el presidente Biden envió como respuesta a la anterior carta del presidente López Obrador en donde hacía un balance sobre esta situación insiste en la seguridad, y con ello los negocios que ello implica, pero reconoce la necesidad de centrar los esfuerzos en el desarrollo económico de Centroamérica y el sur de México. La pobreza no nada más es un problema local ni siquiera nacional es un problema que afecta a toda la región y esto no puede ser combativo con mayor militarización, reconoce la estrategia fallida de Trump al querer resolver esto con la construcción de un muro fronterizo.

Las inversiones en el sur tanto en el corredor transístmico como en el tren maya, que lejos de ser nada más un atractivo turístico se puede volver un centro logístico de distribución que permita mayor dinamismo productivo en la región. En todo esto que hemos estado apuntando se requieren de inversiones del Estado y su intervención en el combate contra la pobreza, para ello se requieren recursos, y esto no puede realizarse a través de proyectos de subordinación militar en nombre de la seguridad nacional.

El fracaso de la Iniciativa Mérida deriva de que la violencia no sólo aumento en México, sino que el consumo de drogas generó un problema de salud inédito en Estados Unidos, el gasto en salud sobre este rublo está generando costos sumamente importantes de los cuales ya no podrán sostener si siguen creciendo al ritmo que lo han venido haciendo. 

Si el Entendimiento Bicentenario logra generar un impulso a la región producto de las necesidades de ambos países respetando nuestra soberanía nacional el cambio de narrativa y de acciones será gracias a la persistencia de una política exterior que respeta nuestra constitución y nuestra historia. El canciller Ebrard tuvo motivos muy importantes dentro del sector de la seguridad nacional en México como en el sector económico para celebrar el adiós a la Iniciativa Mérida y darle la bienvenida al Entendimiento Bicentenario.