¡Mujeres el rescate! Así son las Bomberas de Vallarta
El sonido de la chicharra marca el inicio de un arduo día de trabajo para los bomberos del puerto, desde incendios, rescates de personas y animales hasta llamadas de broma forman parte del trabajo que realiza este equipo.
Puerto Vallarta cuenta poco más de 170 tragahumos, de ellos 40 son mujeres y de estas 17 son operativas, es decir, son quienes están al “pie del cañón” en caso de que suceda alguna emergencia en la ciudad.
María, Teresa, Cesia, Danaí, Claudia, Estella y Atzimba, son siete de estas valientes mujeres que han sobresalido y roto los estereotipos en una profesión considerada por muchos como solo para hombres, el ser bombero.
“El estar al nivel de los varones, tanto en fuerza como destreza, pericia, que no nos vean como manzanitas o el punto débil. Yo soy del área prehospitalaria y te enfrentas a todo tipo de personas, y como mujer en ocasiones, quieren abusar de eso, o sea, nada más porque te ven mujer, sexo débil”, explicó Claudia.
Cada día estas bomberas realizan las mismas actividades que sus compañeros, acuden a las mismas emergencias y trabajan codo a codo con ellos para resguardar la ciudad y a sus habitantes.
En un común acuerdo, ellas narran que dentro de las cosas más difíciles de su profesión es no saber a qué se van a enfrentar, ya que dicen, cada emergencia es diferente, sobre todo en la cuestión psicológica, con la cual muchas veces se necesita poner una barrera para actuar con rapidez.
“Tenemos que tener límites y pericia, porque como lo que yo les he dicho a varios compañeros, si nos llaman es porque aquella emergencia para el ciudadano ya los rebasó y ya no pueden con ello, entonces somos su puerta, su refugio si así se puede ver”.
Otro de los grandes retos que tienen superar, no solo ellas, sino el cuerpo de Protección Civil y Bomberos en su totalidad es cuando la emergencia se da dentro de casa, que, aunque afortunadamente no ha sucedido, nunca descartan que ese tipo de situaciones puedan llegar a pasar.
“Cuando sabes que está trabajando, y escuchas por radio la llamada de ayuda de tus propios compañeros, el saber que los que necesitan ayuda son los tuyos, es difícil y ahí si no puedes separar sentimientos, no puedes separar emociones, esa es la parte difícil. El que tú, como rescatista, tengas que ir a rescatar a los tuyos, a tus compañeros, a tus hermanos, a tu familia, esa es la parte difícil”, narró Atzimba con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada.
A pesar de todas las adversidades, ellas se mantienen con la cabeza en alto, regresan a casa tras 24 horas de turno, intentan dejar atrás lo sucedido durante su guardia para dedicarse a su familia, ya sean padres, hermanos, hijos o parejas, para dar también lo mejor de ellas, aunque las horas previas hayan sido complejas, estresantes o agotadoras.
En el caso de Danaí, es madre de un joven de 20 años, al cual busca no llevarle el estrés acumulado del día, por lo que antes de estar con él, busca formas de sacar todo el cúmulo de emociones.
“Lo que hago en lo personal, yo salgo de trabajar y me doy una vuelta hasta como de una hora para estar tranquila, para llegar a mi casa y poder atender también a mi hijo”.
Para algunas, el ser bombera nació de querer servir y proteger a las personas en lo que llaman el “peor día de su vida” para otras, como Estrella, esta profesión le nació desde los 8 años, cuando se puso como objetivo ser como su prima Atzimba, la cual lleva hasta el día de hoy 14 años de trayectoria.
Sin embargo, el crecer y ser apartada de los cursos de verano a los 15 años no fue impedimento para que ella alcanzara sus sueños.
“Empecé como voluntaria, duré tres años, para poder ingresar hasta el 16 de abril del 2020, creé alta aquí, pero yo estoy aquí desde mi familia, en este caso ella (Atzimba), ella fue una gran inspiración, ya que ella lleva muchísimos años más aquí, es mi prima, y era cuando mujeres aquí en esta institución, eran pocas”.
“Tengo miedo” son las dos palabras que menos vamos a escuchar decir a estas mujeres que día a día luchan contra el fuego, rescatan a los habitantes del puerto y protegen a quien más lo necesita durante una emergencia.
Ellas solamente le piden a la sociedad no utilizar los recursos si no los necesitan, permitir que quien realmente se encuentre en una emergencia puedan ser atendidos y tengan esa oportunidad u “hora de oro” que les permita sobrevivir y contar ese suceso como lo que fue, una mala experiencia y sobre ser mujer en una profesión considerada como solo de hombres las siete coincidieron en que nada es imposible.