Anciana empacadora sin trabajo por pandemia pide apoyo en la calle

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Un sector de la población poco visible, pero muy afectado económicamente por la pandemia es el de los adultos mayores, de acuerdo a información del DIF, 306 viejecitos eran empleados como empacadores voluntarios en 7 supermercados y que desde hace casi un año están impedidos de hacerlo.

Por ejemplo la señora María de los Dolores Romero Oviedo, tiene 65 años de edad, originaria de la Ciudad de México, llegó hace 25 años a Puerto Vallarta junto con su esposo a vivir en casa de un familiar, pero enviudó hace 7 años y todo cambió, sola sin hijos la echaron del domicilio y tuvo que trabajar.

Primero se empleó en limpieza en oficinas, pero sus fuerzas se le han ido acabando, por lo que se inscribió en el programa del Sistema DIF Municipal, participa en el Club de la Tercera Edad, donde incluso la coronaron como reina, pero sobre todo la canalizaron a trabajar como empacadora voluntaria en una gran tienda de autoservicio.

DOÑA LOLA ES UNA DE LOS 306 CERILLITOS DEL DIF QUE LABORABAN EN SUPERMERCADOS

“Yo empecé a trabajar de cerillito en por medio del DIF, nos iba muy bien, no sacábamos las perlas, pero si en los peores días sacábamos 350 pesos…pero nada más llegó la pandemia y se nos acabó todo”, lamentó.

Reconoce que por medio del mismo organismo asistencial del Desarrollo Integral de la Familia, ha recibido apoyo de despensa: 

“Pero necesitamos pagar la luz, la renta, el gas, alimentos y medicamentos, nos ha afectado mucho a los cerillitos”.

Doña Lola ahora vive en Mojoneras, consiguió una pequeña habitación, pero tiene que pagar una renta mensual de 1,500 pesos, dinero que no tiene. Su refrigerador se descompuso, pero ahí sigue guardando los alimentos que le regalan, igual ya puso en venta su televisor.

HA PENSADO EN QUITARSE LA VIDA POR LA DESESPERACIÓN

Con lágrimas en los ojos, preocupada y triste, expresó: 

“Se siente muy feo, porque cuando tiene uno el apoyo de la familia no hay problema…pero cuando esta uno solo se siente de lo peor, a veces cuando saco nada me dan ganas hasta de quitarme la vida”.

Paradójicamente las autoridades no les permiten trabajar, según para cuidarlos evitando el contacto con la gente y que se resguarden en casa, pero adultos mayores como ella tienen que salir a buscar la vida y ahora pide limosna en las calles, tianguis y negocios, corriendo más riesgo que antes. 

AHORA PIDE LIMOSNA PARA SOBREVIVIR, EXPONIÉNDOSE EN LA CALLE AL CONTAGIO

La señora Dolores se ve en la necesidad de buscar cómo sobrevivir: 

“Salgo a los puestos del mercado, o aquí cuando se instala los domingos el tianguis, me paso a restaurantes donde están desayunando, les pido si me pueden ayudar lo que sea su santa voluntad para llevar un taquito a mi casa”.

Pero son menos los que cooperan: “Si me llegaran a dar algunos, pero otros se ponen muy groseros, me dicen que trabaje que estoy fuerte aún, pero no saben que tampoco nos permiten trabajar…nos dicen muchas cosas, pero salimos adelante”.

TERAPIA OCUPACIONAL

Además de vulnerable, se siente discriminada, su desesperante situación la ha puesto además triste,  agravando sus enfermedades crónicas, no cuenta con Seguro Social. Comparte que cuando sale a pedir apoyo, se echa agua bendita y se encomienda a Dios. 

Reza para que todo vuelva a la normalidad, y volver a trabajar empacando el mandado de los clientes  de los almacenes, reconoce que además de las propinas que recibe, es muy valioso también la terapia ocupacional, pues el estar distraída la hace olvidar sus achaques.

Para quien tenga el corazón, voluntad y posibilidad de ayudarla, pueden depositar en su tarjeta Bancomer: 4152 3133 9531 4870.

Miguel González Guerra