Imposición de AMLO con el AIFA detonó represalias aéreas de Estados Unidos

Las restricciones impuestas por Estados Unidos exhiben el costo internacional de las decisiones unilaterales del sexenio pasado sobre el rediseño del sistema aeroportuario mexicano.
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AIFA trae problemas a México

La política aérea impuesta durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a pasar factura. El gobierno de Estados Unidos, ahora bajo el liderazgo de Donald Trump, anunció el pasado 19 de julio una serie de medidas contra México que buscan castigar lo que consideran un abuso del acuerdo bilateral de transporte aéreo firmado en 2015.

Al centro del conflicto está el caprichoso rediseño aeroportuario que priorizó al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) a costa del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), y que hoy coloca a México en la mira del Departamento de Transporte estadounidense.

Todo comenzó en 2022, cuando el gobierno mexicano decidió retirar de forma unilateral los slots (horarios de despegue y aterrizaje) en el AICM a varias aerolíneas, incluyendo a compañías estadounidenses.

Un año después, en 2023, obligó a las aerolíneas de carga de EE.UU. a mudar sus operaciones del AICM al AIFA, bajo el argumento de liberar espacio para obras de ampliación que, tres años después, no se han realizado.

Ahora, el secretario de Transporte de EE.UU., Sean P. Duffy, ha anunciado una respuesta enérgica. En un comunicado oficial, calificó la conducta mexicana como “una violación flagrante” al tratado bilateral y explicó que se tomarán medidas correctivas para evitar que otros países sigan el mismo camino.

“Que estas acciones sirvan como una advertencia para cualquier país que crea que puede aprovecharse de Estados Unidos”, sentenció.

Las represalias no son simbólicas. A partir de ahora, las aerolíneas mexicanas deberán presentar todos sus horarios de operación en territorio estadounidense al Departamento de Transporte (DOT) para su revisión y autorización.

SANCIONES

Además, no podrán operar vuelos chárter en aeronaves grandes —ya sean de carga o de pasajeros— sin una aprobación previa del DOT. Y, como golpe adicional, el gobierno estadounidense ha propuesto revocar la inmunidad antimonopolio a la alianza Delta–Aeroméxico, lo que pondría en jaque la colaboración entre ambas empresas en rutas transfronterizas.

En resumen, el rediseño aeroportuario impulsado por López Obrador —que desde un inicio fue criticado por su falta de viabilidad operativa y técnica— ha terminado por aislar a México también en el plano internacional.

Las medidas estadounidenses son una señal clara de que las decisiones unilaterales tienen consecuencias más allá del discurso nacionalista.

Hoy, con la economía aérea afectada, las aerolíneas mexicanas enfrentan más trabas para operar en el mercado más importante de la región.

En voz baja, ya varios ejecutivos del sector lo admiten: el AIFA fue una imposición política que ha generado más costos que beneficios. Y ahora, con las sanciones de Estados Unidos sobre la mesa, queda claro que la factura por esa imposición apenas comienza a cobrarse.

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EtiquetasAIFAAMLOEEUU
Hugo Lynn