¡A ganar indulgencias!

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Es tentadora la oferta de la iglesia católica a los fieles que tienen deseos de llegar hasta el altar de la Virgen de Guadalupe.

La oferta que ofrece el Papa Francisco a los feligreses es la de ganar indulgencias por el sacrificio de guardar estos días que son tradicionalmente para visitar a la Virgen de Guadalupe.

Pero vamos a decir que es una indulgencia: Es recibir el perdón de la iglesia católica por cada falta o pecado cometido durante el tiempo de vida.

Normalmente se gana una indulgencia con la confesión y luego recibir la comunión durante el sacrificio de la misa.

El fervor católico acude a la confesión para luego recibir lo que dice el sacerdote, el cuerpo de Cristo, en la hostia bendita. 

En este caso, conservar el deseo de asistir a la Basílica de Santa María de Guadalupe es ganar indulgencias. Abstenerse de asistir y para luego escuchar la misa que el Papa hará desde El Vaticano. Están programadas dos misas el día 12 de diciembre.

En los viejos tiempos

La oferta de la iglesia es sencilla, escuchar la misa y guardar el tiempo sin estar presente en la Basílica es sencillo.

Solamente que la iglesia católica ha hecho enormes negocios con esto de las indulgencias. 

Las vendieron por miles al mejor postor en los viejos tiempos en la historia de la iglesia católica. Con indulgencias se pagaban los pecados más horrendos.

Matar a un enemigo, violar a una mujer o a un niño, tenían precio a cambio del perdón y de indulgencias, incluso los reyes llegaron a pagar por sus pecados y recibir el perdón y por supuesto las indulgencias. 

Esto fue por muchos años, especialmente los reyes creyentes todos, no se detenían para cometer los peores pecados habidos y por haber, si tenían a la mano dinero para pagar el perdón y las indulgencias.

Esto fue hasta que Enrique VIII, el rey de Inglaterra, quizá cansado de pagar indulgencias, decreto cortar por lo sano con El Vaticano, esto fue porque no le perdonaron una infidelidad y no lo quisieron divorciar de la Reina Alejandra.

A partir de entonces separó la iglesia anglicana de su gobierno. Por su propia ley nombró a todos los eglares que habrían de actuar en nombre del Reino Unido.

Para fortuna de El Vaticano fue el único reino que se separó de la iglesia, el resto, especialmente los distintos reinos españoles conservaron su relación con El Vaticano, pero continuaron no solamente comprando indulgencias, si no también se dio la compra de los más altos títulos de la iglesia e incluso el derecho de formar parte del grupo de príncipes de la iglesia, que fueron y son los cardenales que eligen al Papa luego que uno de ellos muere.

Por muchos años la iglesia de Cristo vivió esos tiempos de pecado, hasta que finalmente recapitularon para elegir después de la segunda guerra mundial a Papas con alto sentido humano como fueron Juan Pablo II, que fue el Papa más querido de todos los mexicanos. 

Ahora Juan Pablo ejerce su calidad de santo, luego de reconocer como milagros la aparición de la Virgen de Guadalupe y a la vez consagrar a Juan Diego como un santo más de la iglesia católica.