A dos años la esperanza sigue en pie

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No han sido nada fáciles para la cuarta transformación estos dos años de arranque.

El ataque sistemático del poder económico no ha cejado ni un sólo instante. La oposición ha llegado a trazar incluso una ruta separatista al integrarse en mecanismos que están alejados del orden constitucional.

Una parte del conservadurismo más rancio ha centrado sus esfuerzos en darle rienda suelta a la idea de una salida forzada, ya sea a través de un golpe blando o incluso han rayado en usar a elementos de las fuerzas castrenses para lanzar amenazas.

Revertir la lógica neoliberal era ya una tarea de gran calado, ya que la corrupción y la violencia en el país se enraizaron en diversas zonas.

La justicia es tarea y proyecto del actual gobierno, ya que, sin ésta, la paz nunca llegará e implementarla ha tenido consecuencias dentro de los grupos de poder que se niegan a que se pueda limpiar la vida pública del país.

Pero si realizar el programa de gobierno de la transformación social y económica de México en sí ya tenía sus propias complicaciones, la llegada de la pandemia de COVID-19 generó un escenario aún más adverso.

La actual crisis epidemiológica vino a potenciar los efectos destructivos que ya había instalado la crisis económica del 2008.

Hoy, más que nunca, los obstáculos para el desarrollo económico de nuestra nación deben derribarse.

La brega con la que se construyó el poder popular que, en este momento sostiene al presidente de la república, deben de servir para potenciar y reformular nuevas respuestas al escenario que enfrentamos.

Los ataques que la derecha, en compañía intima de la ultraderecha, lanzan un día sí y el otro también, puede comprenderse por el nivel de cambios que la administración pública federal está sufriendo.

Es el intento del cobro de cuentas por poner como horizonte el no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.

Los primeros pasos para volver delitos la corrupción, el robo de hidrocarburos y el fraude electoral fueron golpes certeros que permitieron empezar a cimentar las bases del movimiento.

Otra de las pinzas necesarias, y que forman parte de los principales reclamos de los potentados de este país, es que se acabó con la condonación de impuestos, que hacía que los pobres y la clase media fueran los más afectados.

Además, la implementación del cobro correcto de impuestos, esto quiere decir, que la recaudación se hace a pesar de que ciertos sectores empresariales han impulsado un boicot a la labor del SAT. Se acabó la evasión fiscal con apoyo del Estado.

En este tiempo, una de las principales tareas que se han realizado desde Palacio Nacional, y lo cual se debería llevar aún más lejos, es romper con la profunda alianza de complicidades entre la clase política parasitaria y sumamente corrupta con los poderes económicos acostumbrados a verse beneficiados a partir del despojo de los recursos del estado.

El plan de ahorros en el sector público ha permitido que, esto que se ha denominado austeridad republicana sea la base para que los capitales financieros transnacionales no dominen la escena pública.

Uno de los mayores deseos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial es generar mayores presiones en México a través endeudamiento.

Mismo que no se ha permitido, lo que es indispensable a la hora de construir poder nacional soberano.

Uno de los elementos centrales de este proyecto que intenta acabar con la política de despojo neoliberal es la redistribución de la riqueza, para ello se ha combatido la corrupción como nunca y se han logrado más de un billón trescientos mil pesos en ahorros a partir de contratos públicos más justos.

Se gobierna sin frivolidad ni lujos, y lo más importante es que además de no haber endeudo al país cuando más se le presionaba en medio de la pandemia, no se han aumentado los impuestos, no se han subido los precios de los combustibles y sobre todo no ha habido desabasto de alimentos.

La cuarta transformación ha logrado que las políticas sociales universales de apoyo a la economía popular tengan el rango constitucional lo que está garantizando que los adultos mayores, las niñas y niños discapacitados, los jóvenes y los más pobres y marginados tengan un ingreso que los ayude en su día a día.

Es decir, el rescate no se dio arriba con una reedición del FOBAPROA 2.0 sino que sucedió abajo apostando por reactivar el mercado interno.

A pesar del desastre en materia de salud que dejó la terrible corrupción de los gobiernos anteriores, se logró generar una infraestructura que hasta el momento no se ha desbordado por la actual crisis de salud que padece la humanidad.

Se terminaron de construir 130 hospitales que habían sido abandonados y se logró reconvertir 971 hospitales para atención al COVID-19.

Los jóvenes han tenido la oportunidad de continuar sus carreras y se han aumentado las becas para posgrado, siendo este gobierno consciente que las próximas generaciones deben estar más y mejor preparadas, es por ello por lo que se apostó por la creación de 140 universidades públicas.

El eje ha sido el rescate de las inversiones del estado en materia energética, es por ello por lo que PEMEX y CFE son punta de lanza para detonar el desarrollo nacional, como dice el presidente, en 2023 dejaremos de importar gasolinas con la finalización de dos bocas y la modernización de las 6 refinerías existentes, a pesar de que la corrupción y embestida privatizadora pusieron al borde de la desaparición a estas empresas productivas del Estado.

En suma, la cuarta transformación está logrando avivar la llama de la esperanza, con todo y sus contradicciones, pero está claro que el 71 por ciento de la población está de lado de mantener a raya a la minoría rapaz.

Son tiempos muy complejos y adversos, pero aquí está el movimiento social más importante de México en pie de lucha haciendo historia.