Desestabilizar, línea de investigación del caso Gómez Leyva
En las horas posteriores al brutal atentado ocurrido en diciembre pasado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió salir a barajar en plena “mañanera” la idea de que el ataque en contra del comunicador pudo tratarse de un “autoatentado” para afectar a su gobierno.
Sumergido en los juegos de palabras y malabares verbales de costumbre, luego de sembrar la idea de un “autoatentado”, y antes de denostar con una retahíla de insultos al periodista que milagrosamente había salvado la vida, López Obrador aclaró que los hechos pudieron ser “un autoatentado”, no porque Gómez Leyva “lo haya fabricado”, sino “porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros”.
Existen varias hipótesis acerca de quién pudo sembrarle a él mismo esa idea.
En todo caso, las historias sobre posibles ataques a objetivos de alto impacto –no todos necesariamente para dañar al gobierno de AMLO– no son nuevas en Palacio Nacional.
La más célebre ocurrió a mediados de 2020, cuando el Centro Nacional de Inteligencia confirmó a través de la intercepción de un audio que se estaba planeando un atentado por parte de grupos criminales en contra de un alto funcionario.
Los posibles objetivos eran el canciller Marcelo Ebrard, el entonces jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, el entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (y hoy gobernador de Sonora) Alfonso Durazo, así como el secretario de seguridad pública capitalino, Omar García Harfuch.
El mismo mes en que el audio fue interceptado ocurrió en Reforma el ruidoso atentado en contra de este último funcionario. A pesar de que se dispararon centenares de tiros, García Harfuch salvó la vida gracias al blindaje del vehículo en el que se transportaba.
Por ese tiempo, personal de la Sedena, del Centro Nacional de Inteligencia y de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México tuvieron en sus manos una nueva comunicación.
Esta vez no provenía del Cártel Jalisco Nueva Generación, autor del atentado en contra de García Harfuch, sino del grupo criminal más poderoso en la capital del país: La Unión Tepito.
El protagonista de la grabación era Roberto Moyado Esparza, El Betito, un personaje que había derramado sangre en la Ciudad de México como si fuera agua. En medio de las pugnas que este personaje había llevado a cabo con otros grupos criminales, la capital del país había vivido los momentos de mayor violencia en su historia.
Fueron años en los que las calles se llenaron de descuartizados, de cabezas cercenadas, de cadáveres encobijados.
El contubernio de la Unión Tepito con altos funcionarios policiacos del gobierno de Miguel Ángel Mancera –algunas de cuyas conversaciones incluso fueron grabadas– pronto se volvió inocultable.
El líder criminal fue cazado durante varios meses por agentes de la extinta Policía Federal y ubicado, al lado de sus colaboradores, en reuniones sostenidas en bares de Polanco, la colonia Nápoles y la Del Valle.
Fue aprehendido finalmente en agosto de 2018. Según reportes de inteligencia, siguió operando, sin embargo, desde la cárcel, las actividades del grupo delictivo.
En junio de 2020, personeros del gobierno federal alertaron a algunos periodistas que habían cubierto las actividades de la Unión Tepito: se había interceptado una comunicación en la que integrantes de este grupo criminal manejaban la idea de atacar “objetivos políticos, de seguridad y periodistas”.
La idea era “desestabilizar con ataques de alto impacto al gobierno de la ciudad y federal”. Según los encargados de comunicar esa información, había “intereses criminales y políticos mezclados para ‘calentar’ la plaza”.
Finalmente, nada ocurrió en esos días. Un ataque de este tipo es la tercera línea de investigación (además de la personal y la profesional) que exploran las autoridades en el caso Gómez Leyva, y la primera que sus asesores pusieron en la cabeza del presidente aquel día en que se solidarizó con la víctima –para llenarla de insultos al minuto siguiente.
A pesar del abultado número de detenidos, todo es oscuridad, mientras tanto.