El caso Gómez Leyva y la línea a Tangancícuaro

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Tras el ataque a Ciro Gómez Leyva ocurrido el pasado 15 de diciembre, y luego de ocultar o bien de deshacerse de los vehículos que participaron en el atentado –empleados para llevar, acompañar, servir de “muro” y sacar del lugar al hombre designado como ejecutor–, una cámara del C5 captó a los atacantes a las afueras de un fraccionamiento en Santa Anita, en la alcaldía Iztacalco.

Los agresores conversaban en círculo. El ataque había fallado debido al blindaje de la camioneta en que se desplazaba el periodista. A pesar del mecanismo que habían diseñado para huir del lugar en que ocurrieron las cosas –Juventino Rosas y Tecoyotitla, colonia Florida–, las cámaras de la ciudad, del C5 y particulares, tras varias horas de revisión y de ampliar el radio de la investigación, habían logrado ubicarlos.

Platicaban rápidamente en círculo.

Ahí estaba Pedro Pool “N”, presunto líder de la célula criminal, según las autoridades de la CDMX. Y ahí estaban también los sujetos apodados “El Gordo” y “El Dedos”.

Los acompañaba Héctor Eduardo “N”, alias “El Bart” o “El Chango”: autor de los disparos contra Gómez Leyva.

Las autoridades los identificarían después como integrantes de una célula dedicada al narcomenudeo y la extorsión, que opera en Iztacalco y Venustiano Carranza, y estuvo o está asociada al líder criminal conocido como Juan Balta, aprehendido en 2018, y quien continúa operando secuestros, extorsiones, invasión de predios, homicidios y venta de droga desde la prisión.

Se sabría más tarde que “El Chango” no pudo cobrar el dinero que le ofrecieron por privar de la vida al periodista (150 mil pesos, según versión de las autoridades).

Esa noche, frente al fraccionamiento de Santa Anita, los agresores decidieron irse de la capital.

Para los funcionarios que llevan la investigación, todavía es un misterio el sitio que eligieron para “enfriarse”.

Tangancícuaro, Michoacán.

Desde hace al menos dos años, el lugar ha sido escenario de una disputa entre dos organizaciones criminales: el Cártel Jalisco Nueva Generación y su rival en tierras michoacanas: el grupo conocido como Cárteles Unidos.

En esa zona son frecuentes los reportes de persecuciones y balaceras. Han amanecido cuerpos atados de pies y manos. Y amanecen también cadáveres destrozados, acribillados por las balas.

Las armas suelen tabletear con frecuencia. Tangancícuaro se ha visto sumergida en la ola de violencia que periódicamente azota a Zamora, ciudad ubicada a unos 25 minutos de distancia.

En la prensa local se encuentran reportes de explosiones y “ataques que han durado horas”.

La sede de la policía municipal de Tangancícuaro fue atacada alguna vez con un artefacto explosivo.

En 2020, a través de un video, un supuesto “Cártel Independiente” anunció su llegada a aquella ciudad de más de 30 mil habitantes. En las imágenes aparecían camionetas y hombres fuertemente armados.

El año pasado cayeron en esa zona “El Pollo” y “El Gusano”, miembros de Cárteles Unidos relacionado con secuestros y homicidios cometidos en la región. También se ha reportado en redes la llegada de camionetas con las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación, tripuladas por hasta 60 sicarios.

Agentes cercanos al caso relatan que algunos de los miembros de la célula regresaron de pronto a la Ciudad de México. Sin embargo, “El Bart” se quedó. Aún no se sabe por qué. Se afirma incluso que “El Bart” recibió la orden de asesinar a uno de sus compañeros: “Le ordenaron por teléfono que lo hiciera”. Esa parte de la investigación no se ha aclarado. 

Al extorsionar en la capital del país, el grupo de Pedro Pool “N” solía presentarse como una célula del CJNG.

Cuando 11 personas del grupo criminal fueron aprehendidas por autoridades capitalinas, les hallaron armas, granadas, algunos de los vehículos empleados durante la agresión… y gorras con las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación.

La investigación continúa. No hay pistas sobre el móvil ni sobre la autoría intelectual del atentado.

“El Bart” fue aprehendido en Tangancícuaro, el 12 de enero, en una calle de la colonia El Molinito. Las autoridades consideran prioritario averiguar por qué ahí, por qué exactamente ahí.

Ha pasado ya más de un mes del ataque. Las preguntas centrales siguen vigentes.

 

 

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