Exhibición de Tabaco: simiente de la máxima criminalidad

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Si usted o un servidor nos plantamos con un puesto de minas personales enfrente del domicilio de cada productor, promotor y vendedor  del cancerígeno tabaco, muy pronto se alarmarían sus habitantes, vecinos y paseantes. Y de inmediato habría focos de guerra civil, en contra de semejante irracionalidad y mercantilismo demencial.

Más el tabaco exhibido, es de las mayores infamias criminales, porque hay un gran número de condiciones que aseguran a los asesinos tabacaleros que se buscará el consumo por diferentes medios de los educados en la adicción a la nicotina, aun sin la exhibición.

Las “minas personales” o “antipersonales”, como se les conoce, son medios de destrucción del prójimo, que tienen muchos flancos perversos en gran extremo, similares a la industria tabacalera. Con racimos de agravantes que hacen de cada productor, exhibidor o promotor, un genocida, cuya conducta no prescribe ante el paso del tiempo, ya que son crímenes de lesa humanidad. 

Y amable lector; usted se preguntará: ¿dónde empieza la responsabilidad oficial?, ¿es acaso Obrador un cómplice al recibir su gobierno los impuestos al tabaco?, ¿no que era la esperanza de un presidente diferente a los más de cinco cínicos y criminales tabacocidas, que todavía viven con las delicias del  saqueo al México querido, y con el estigma de sacrificar la salud pública a cambio de impuestos y sobornos.

¿Qué diferente sería AMLO?, si promoviera los cambios constitucionales para establecer en México, la primera sede oficial de la imprescindible y urgente: Corte Penal Internacional Antitabáquica.

Lo que hará Obrador, será lo mismo que hizo como jefe de gobierno de la Ciudad de México, impulsar medidas mínimas, para que siga el negocio de otorgar las lucrativas licencias para matar a tabacazos. 

Nada más y nada menos: lectores justicieros.

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