Seamos serios

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EL SEXO ME DA RISA

Pues sí, se fue un día más.

Para la gran mayoría fue un día más, cómo cualquier día más. Si acaso lo que motiva es que anuncia con pompa y circunstancia que llegamos a un fin de semana más.

Para los que lo postulan ya terminó la jornada y es tiempo de darle vuelta a la hoja, de pensar a qué otra rama nos agarramos para seguir con la declariacionitis.

Pues sí, ya pasó el tan cacareado Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer 2022.

Me preguntó, ¿Hay que festejarlo o conmemorarlo?

Pero me vuelvo a preguntar, ¿por qué sólo un día al año? ¿Acaso el año no tiene 365 días? ¿Acaso en los restantes 364 días no hay violencia en contra de las mujeres?

Mejor aún me preguntó, ¿esos tan amantes de los discursos además de salir con sus estribillos, que otras acciones han emprendido para erradicar este mal social?

¿Son buenos hijos, buenos esposos y mejores padres?

Vivimos en una sociedad en la que quienes postulan las banderas creen que con discursos y leyes se va a cambiar la realidad de la mujer.

Pero pocos muy pocos son aquellos que le apuestan a la educación como motor de cambio, generador de la conciencia social, que puede generar ese cambio.

Cambio que no vendrá de los centros educativos. Ese cambio debe originarse desde el hogar, dónde se forma a hombres y mujeres para prepararlos e integrarlos en el primer núcleo social, que es la célula básica de la sociedad, la familia.

Llama la atención esos discursos sin fondo, sin substancia que se lanzan, pero que no van acompañados de estrategias y acciones de mayor impacto en la sociedad.

Son voces huecas que no por olvido piensan que convocar a un boicot del Mundial de Quatar debería de haber sido la bandera que postularan. 

Un país en donde la mujer todos los 365 días de todos los años es objeto de violencia en todos los sentidos.

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