Muy atrás en el cumplimiento

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En la votación de la ley eléctrica me dio gusto ver las participaciones del diputado del PAN, Jorge Romero Herrera y el presidente del PRI, Alejandro Moreno. Los vi como una auténtica oposición, pensante y coordinada como no la había visto antes.

Las discusiones en la Cámara de Diputados siempre se ponen con una alteración natural cuando los temas son de mucha polémica, como sucedió con la votación de la ley eléctrica.

Como es obvio no todos los diputados tienen la capacidad de discutir y analizar, una gran mayoría carece de esta capacidad y solo sabe insultar y amenazar. Es parte del riesgo de nombrar diputados sin la menor preparación que solamente lo que saben es levantar la mano cuando se les indica o gritar insultos en coro.

Esta experiencia fue muy favorable para la unión e identificación del grupo de oposición, poniendo en su lugar a los diputados de Morena con buenos planteamientos y reclamo de actitudes que perjudican el proceso de análisis y discusión de temas nacionales.

Se les llenó la boca a los morenistas al estar gritando en coro “traidores a la patria” a los diputados que votaron en contra de la propuesta eléctrica echada abajo.

Hemos caído demasiado bajo, empezando por el presidente en turno, con insultos diarios sin ningún respeto a ciudadanos mexicanos que disienten de sus ideas y procedimientos, como si fuera el dueño de la verdad y con autorización de insultar y vejar al que le lleve la contraria.

¿Qué estamos en la Edad Media, donde los señores feudales eran dueños de las voluntades de sus gobernados?

¿Qué estamos en la época que sólo la voz del señor feudal contaba?

Si no me equivoco estamos en el año 2022, en un país libre y democrático y yo no acepto que nadie lo destruya ni acepto los insultos del presidente en turno, en forma directa o indirecta.

No podemos permitir que un individuo, sea el presidente en turno o sea quien sea, atente contra el país, como elemento de desunión y encono constante, usando la fuerza y poder que le dimos los mexicanos para tener un país mejor, no un país con mayor violencia, menos salud, más desunión, peor economía, menos oportunidades de trabajo y definitivamente menos felicidad y calma entre los mexicanos.

Y volviendo a las promesas de campaña en 2018, y su juramento de cumplir la Constitución, se quedó

“ muy atrás en el cumplimiento”

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