¿Qué nos pasa, México?

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He vivido muchas situaciones en nuestro país a lo largo de las administraciones de 12 presidentes de México, ya consciente de sus acciones, logros, errores, desvaríos, corrupción, acciones muy impactantes para economía como las devaluaciones de nuestra moneda, Fobaproa y la escasez de dólares y en fin, decisiones buenas y malas y situaciones de extrema tensión.

Han existido momentos muy difíciles que hemos sorteado como agricultores, vendedores, empresarios, estudiantes, profesionistas, obreros, amas de casa, gente mayor con grandes dificultades pero sin existir la gran división que existe hoy en día, iniciada y fomentada por el presidente en turno actual.

Hemos caído demasiado profundo en la división en muchos ámbitos, cayendo en un término de enemigos mortales, y no ciudadanos con diferentes maneras de pensar, como en otras épocas.

Los insultos y amenazas recientes en la discusión de la ley eléctrica son inéditos, promovidos por el partido Morena en el poder, sus directivos y fanáticos y fomentados por el propio presidente en turno.

Estas actitudes fomentan en forma indirecta la proliferación de la violencia, los feminicidios y homicidios dolosos en todos los rincones del país.

La degradante posición de usar el término de “traidor a la patria” a todos los diputados de la oposición que votaron en contra de la modificación de la ley es aberrante, degradante y saca a la luz la debilidad de nuestro gobierno representado en la Cámara de Diputados.

En la democracia se gana y se pierde, y eso lo sabe cualquier político que se ostente como tal.

Es realmente preocupante el nivel de calidad de los diputados de Morena, muchos sin ninguna cultura y manipulables, al grado que están circulando fotografías con diputados de la oposición con el letrero de “traidores a la patria”, término nunca usado en todos los años de gobiernos mencionados, y es inaceptable en un país con supuesta madurez política. Es un auténtico linchamiento público, abusando del poder que el pueblo les dio.

Estamos en un estado de descomposición política preocupante por estos hechos y señales del gobierno en turno, transformando en violencia una ignorancia democrática.

Yendo a los extremos, la izquierda obsesiva es tan mala como la derecha recalcitrante, y su antagonismo sin capacidad de diálogo, discusión y consenso de los asuntos nacionales es la ruina de un país.

En este caso, el partido en el poder no admite una derrota legal, y reacciona violentamente como lo hemos visto.

Por eso la pregunta, “¿qué nos pasa, México?”

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