Por fin hay rectora en la UAN; y en la UNAM, ¿cuándo?
Como anotamos en TRIBUNA DE LA BAHÍA el 22 de marzo, el entusiamo social impulsaba que llegara una mujer a la rectoría de la UAN, ahora la UNAM tiene el ejemplo de una comunidad académica independiente.
La Doctora en Educación, Norma Liliana Galván Meza, tiene además de las finanzas quebradas de la UAN, el lastre de las dos banderas que encabezan el reto para su administración inmediata: un rector fugitivo y la otra bandera de la sumisión religiosa, con una cruz, en la cresta de su escudo universitario, nada más y nada menos.
Representa esa cruz, la clara continuidad de la histórica lucha de seguir siendo la iglesia católica, la preponderante en la educación privada y la muy especuladora competencia para dominar autoridades educativas. Más, sí, hay más daño social,
recordará la Dra. Galván, la abundante literatura sobre la guerra contra los maestros normalistas, y no es precisamente el amor que escala hasta sucesos como los casos tan sonados como los del Estado de Guerrero, y pues nada lejos está el antecedente de la guerra cristera.
De Sor Juana Inéz de la Cruz (esa cruz, esa cruz, símbolo de un imperio, nada celestial) a Norma Liliana Galván hay enormes progresos, menos mentales y de auténticos valores humanos.
Las universidades públicas son el blanco y el gran negocio de la educación privada hace sinergia con quien sea, y abarca desde las televisoras, hasta las drogas que más matan, como la industria del exterminio humano, las tabacaleras. A propósito
queridos lectores: cuenten las películas y series de Nexflix que educan con la imagen multi-repetida del consumo del muy cancerígeno cigarro.
Y si quieren, luego les cuento del control de la UNAM, a través de la más misógina de las televisoras.
Y mientras… gracias por la lectura.