Provocar confusión

0
386

La oposición ha empezado a trazar una estrategia muy clara dentro del debate público. La intoxicación de la opinión pública es clave para su manipulación. Durante lo que va del sexenio ciertos sectores pasaron de erigirse como aquellos que apoyaron la llegada del presidente de la república al poder a presentarse hoy como los grandes críticos que están decepcionados de su actuar, en el fondo nunca estuvieron convencidos del proyecto y más bien intentaron no pasar como los grandes derrotados del 2018.

La línea fue lanzada por Claudio X. González en la entrevista que le realizó el periodista Carlos Loret de Mola, habría que disputar dentro de la clase media el espacio de la izquierda. El desgaste producido por la derecha panista ha tenido costos muy importantes, los resultados de Nayarit en donde se volvieron marginales así lo demuestran.

El desplome del proyecto de golpista que se formuló a través de FRENAAA para calentar la calle mientras se vivía una de las peores pandemias vividas por la humanidad tenía como objetivo exacerbar el descontento a la espera de un error del gobierno. No sucedió, y los cada vez actos ridículos de Gilberto Lozano erosionó la movilización que en un primer momento habían logrado.

Los altos grados de aprobación del presidente López Obrador contrastan con el discurso de odio fomentado por los medios de comunicación masivo que cada día se desprenden más de la realidad política. Esta disociación ha generado costos importantes, sobre todo cuando hablamos en el terreno electoral, que algunos analistas ya dan por perdido.

Es tal la desesperación, que el propio líder panista Marko Córtes reconoció que perderían 5 de las 6 gubernaturas en juego este año, y que si no hacían las cosas bien podrían perder las 6. Esto habla que la narrativa no la han podido recuperar, y que el discurso de defensa del periodo neoliberal ha fracasado.

Es por ello que han empezado la estrategia de confundir al sector que creen los puede ayudar a recuperar el poder. La clase media es clave para movilizar a la opinión pública, desplazando el incomodo concepto de pueblo.

Los analistas del viejo régimen apelan a una presunta ilustración cultural representada al interior de la clase media en contra posición de una clase ignorante, ese pueblo que no sabe elegir y que se ha equivocado sistemáticamente desde la llegada de Morena al poder, por el hecho de ser objetos de una manipulación populista.

Si Claudio X. González uno de los principales beneficiados de las privatizaciones de las empresas del Estado realizada por Carlos Salinas de Gortari, el padre de la desigualdad moderna, se autonombra como político de izquierda no sólo es por desesperación sino por una estrategia política que intenta confundir para desde ahí poder operar con mayor margen de maniobra por una candidatura presidencial conservadora en el 2024.

Desde la orden lanzada desde el poder económico hemos visto por lo menos cuatro análisis que van en el mismo sentido. Cada uno de ellos, desde su óptica, busca develar las contradicciones del proyecto de modernización obradorista, no para producir una solución a los graves problemas que este enfrenta sino para ahogarlo en una especie de impotencia que genere desencantos.

El desencanto político que se busca instalar intenta identificar autoridad con autoritarismo. Es el caso del CIDE, en donde se ha llegado al absurdo de plantear escenarios de represión criminal y genocida como la desplegada por Díaz Ordaz, según esta lógica, el que se haga respetar el estado de derecho y se intente generar un diálogo en donde todas las partes se escuchen es una imposición, se debe de ceder ante las presiones sin argumentaciones de por medio. Negando además el proyecto de disciplinamiento que realizó el neoliberalismo en la otrora institución que defendía la soberanía nacional como motor de desarrollo.

De igual forma se intenta confundir el uso del ejército por parte del actual gobierno para labores de construcción de infraestructura. Para el discurso conservador el ejército debe estar ahí para reprimir, para ser usado como carne de cañón en un escenario de guerra que pueda generar ganancias. Les es inconcebible poder generar una correlación de fuerzas en donde el ejército sea una pieza clave para impulsar el desarrollo económico. Es por eso que desde los despachos de abogados pagados por el poder económico se intentó torpedear con amparos la construcción de infraestructura que permita al Estado avanzar en reactivar el empleo y genere condiciones para el crecimiento económico con impacto social.

Lo más delicado que se ha planteado es la confusión que se intenta generar bajo la imagen de comparar al presidente de la república con Hitler, el mayor genocida del siglo XX. Para este discurso desencantado todo poder es un poder autoritario, y todo liderazgo es mesiánico, solo existen victimas y victimarios en la arena pública. No hay diferencias, aún cuando se quieran guardar las proporciones. Al discurso del mesías tropical se le ha agregado la idea de que este mesías es un mesías del tipo hitleriano.

El objetivo es espantar e infundir miedo a las clases medias. La misma medida de control y manipulación política realizada en 2006, pero ahora acompañada desde un presunto discurso crítico proveniente de la izquierda, una izquierda ideada para encumbrar a Claudio X. González.

Por eso no es nada casual que el dirigente del PRI, Humberto Moreira, haya declarado que se han transformado en un partido de izquierda, y que han dejado atrás al neoliberalismo, mismo que les habrían impuesto. Tanto los intelectuales orgánicos del viejo régimen, que con su voz validaban el despojo organizado, como los políticos han decidido emprender una lucha por el poder intentando confundir a la sociedad presentando su programa neoliberal en un programa presuntamente de izquierda. Se han dado cuenta de su derrota moral y están maniobrando para tener mejores condiciones en la disputa por el 2024.

Esta visión autoritaria en donde el discurso deben de provenir de un grupo de ilustrados se ha echado a andar con el aval de la misma derecha golpista que vio fracasar su proyecto con Gilberto Lozano. Son en el fondo otra cara de una misma moneda.

Identificar como peligroso a este gobierno tiene varias líneas preocupantes, una de ellas es seguir estimulando un odio irracional que se había operado preponderantemente desde las redes sociales, pero que en esta nueva etapa se presenta como la racionalidad que va a detener la destrucción del orden neoliberal, porque en el fondo, esa sigue siendo la mejor opción.

Dotar de una presunta racionalidad ilustrada al discurso de odio es una nueva etapa en la disputa política en México, es así como se provoca confusión presentándose como una verdad absoluta a través de un simulacro democrático. No es algo nuevo bajo el sol, Hitler mismo, ya que lo han invocado, presentó su proyecto como socialista, y puedo echar andar el proyecto autoritario más peligroso de todo el siglo anterior.

Ante la confusión es momento de aclarar en cada momento la estrategia de la reacción. Son tiempos de definiciones.

Autor