El salto más grande de la historia. Bob Beamon, México 1968
México fue testigo del hombre que más cerca estuvo jamás de volar. El norteamericano que alcanzó el cielo, casi de forma literal. Con 19 pasos, recorriendo 44 metros y con menos de un segundo en el aire, el Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México fue espectador de un salto a la historia.
Brincando 8.90 metros, el mundo quedó paralizado. Las máquinas para medir los saltos de aquella época estaban preparadas para una distancia predeterminada, por lo que los jueces tuvieron que hacer el cálculo a mano. Veinte minutos de espera para confirmar lo que ya muchos sospechaban.
Había batido el record mundial por 55 centímetros, cargándose totalmente la prueba. Beamon se desplomó de asombro al escuchar la cifra y con ella todo el mundo. Lo nunca antes visto, era realidad.
En el podio, alzó el puño en señal de apoyo a la lucha racial de aquella época. Siendo duramente criticado como lo fueron muchos otros hombres de color campeones en esa edición olímpica. Terminó ganando la medalla de oro, pero más importante, acabó poniendo su nombre en la historia.
Su récord al día de hoy ya fue superado, pero la razón por la cual Bob es más recordado que aquel ganador que superó su marca, fue por la gran diferencia que impuso entre su marca y el récord de ese momento.
Un año antes de que el hombre pisara por primera vez la luna, un deportista alcanzó a rozar los cielos, sin la necesidad de un cohete.