Preguntas al Huésped de Palacio

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Fue el pasado miércoles 12 cuando el presidente puso a temblar a muchos cuando dijo “me faltan seis años para terminar mi mandato” y después matizó: “bueno, me faltan tres, pero como trabajo el doble, son como seis”. Y es que sabemos cómo se las gasta el señor de Palacio Nacional, quien decidió, en franca violación a la Constitución y a través de su fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados, ampliar en dos años más el periodo del ministro presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar (de 4 a 6 años) sin siquiera pestañear.

Ayer jueves el presidente, en el mismo tenor, afirmó que “la gente” en Tabasco le pidió “que se reeligiera” a lo que según él contestó que  no, porque él es maderista y está contra la reelección. (Le faltó mencionar el detalle de que la Constitución lo prohíbe). La verdad es que aún se antoja eterno el tiempo que falta para que termine éste que sin duda ha sido uno de los más terribles sexenios que ha sufrido México.

Y es que pareciera ser que se agotó la capacidad de asombro de los mexicanos. ¿Qué habría pasado si le preguntaran a Peña Nieto por qué no acudía al sitio de un desastre (como el de la línea 12 del Metro) y el de Atlacomulco hubiera respondido con “al carajo esa costumbre” y se hubiera ido a comer tlayudas? ¿Cómo hubiéramos reaccionado si al hermano incómodo de Carlos Salinas de Gortari, Raúl Salinas, se le hubiera sorprendido en un video recibiendo dinero por debajo del agua de parte de un funcionario del gobierno de Chiapas y el presidente hubiera contestado cínicamente que no eran fondos mal habidos sino “colaboraciones para la causa”?

¿Cómo debemos reaccionar los mexicanos ante un presidente que postula y defiende a capa y espada a un violador, que ordena liberar a un narco o que le regala una dorada jubilación a un pillo como Carlos Romero Deschamps y que sin embargo dedica tiempo del Estado a fustigar y agredir a la prensa, a periodistas, a empresarios, a candidatos opositores y a intelectuales?

¿Cómo nos debemos sentir cuando se nos prometió acabar con la corrupción sin que hasta el momento, a más de dos años y medio de gobierno, el único pez gordo que haya caído es Rosario Robles, en lo que parece, sin negar la voracidad de la exfuncionaria, más un acto de venganza que de justicia? ¿Qué pasa con Peña, Videgaray y compañía?

¿Por qué se utilizan los recursos públicos y el poder presidencial para denunciar penalmente a Adrián de la Garza, candidato del PRI a la gubernatura de Nuevo León, quien ofrece plásticos (tarjetas de débito) a los electores, pero se hace de la vista gorda con el cuestionable Carlos Lomelí, candidato de Morena a la alcaldía de Guadalajara, o con su candidata al gobierno de Nuevo León, la rostizada Clara Luz Flores quienes hacen exactamente lo mismo? ¿Por qué el ensañamiento con los adversarios y la manga ancha con los correligionarios? La justicia, o es pareja, o no es justicia.

Este es el sexenio con mayor cantidad de adjudicaciones directas, con menor transparencia, con mayor prepotencia y abuso de autoridad, con mayor número de víctimas por la violencia, con mayor polarización, desempleo  y con más deuda contratada. ¿Dónde está el cambio? ¿Dónde está la transformación? Solo tenemos una nación más empobrecida, más golpeada y desmantelada.

Sin embargo los mexicanos hemos demostrado que ante las tragedias, la pandemia o los malos gobiernos podemos salir adelante mediante la solidaridad y la unión. Nuestro país requiere con urgencia transparencia, aplicación de la ley por igual, fomento a la inversión productiva, impulso a las energías renovables, ética en las postulaciones, funcionarios competentes, cese del uso del Estado para perseguir a opositores; freno a la impunidad, concursos y licitaciones en las compras del gobierno, respeto a la Constitución, protección a las mujeres, fomento a la ciencia, la cultura, el arte y el deporte, alto a la militarización, fortalecimiento del sector salud y a la educación, apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas… esa es parte de la agenda y no se ve, tristemente, quien tome ese toro por los cuernos.

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