ABSTENCIÓN

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Los mexicanos, al igual que los habitantes de otros países, estamos permanentemente expuestos a todas las adversidades; pero pareciera que, en nuestro caso, todas las calamidades se han alineado para complicarnos más aún la vida diaria.

La pandemia nos ha traído enfermedad y muerte; la pobreza nos ha deteriorado la alimentación y con ello, nuestra salud; el desempleo nos ha deprimido y obligado a comerciar en la informalidad o a delinquir; la inseguridad nos acecha en cada esquina generando intranquilidad en nuestra convivencia diaria. Enfermedad, pobreza, inseguridad y muerte. Un círculo vicioso y perverso que nos tiene apanicados a todos los mexicanos.

Cuando los ciudadanos no nos “metemos” a la política electoral, tarde o temprano, invariablemente, la política electoral se “meterá” con nosotros. Esa sentencia no falla y aplica para todos aquellos que, elección tras elección, decidimos no acudir a las urnas por desinterés, apatía, decepción, flojera, desidia, desdén, desprecio, coraje, hartazgo, rebeldía o simple necedad.

La abstención y la omisión nos salen muy caras. Tenemos nuestra credencial de elector pero sólo la usamos como cédula de identificación y no como herramienta electoral. La tramitamos, la guardamos en nuestra certera y, para lo que debemos usarla, no la usamos.

Vemos el sufragio sólo como un derecho y no como una obligación ciudadana; sólo como una prerrogativa y no como un deber cívico que se nos presenta cada tres años. Dejamos que los demás decidan por nosotros. Casi como si fuera una asamblea condominal; reunión de colonia o consejo ciudadano vecinal. Nos da hueva y dejamos que sean “los otros muchos” los que elijan a los gobernantes. Esos “mitoteros” que siempre habla de “la política”.

En las elecciones conocidas como “intermedias”, que son aquellas que se celebran a la mitad del sexenio presidencial, normalmente la abstención rebasa el 50% del total de los electores inscritos en el Padrón Electoral. Así sucedió en el 2009 y en el 2015, y es muy probable que pase lo mismo este 6 de junio de 2021.

Como muestra, en las más recientes elecciones que se registraron en los estados de Coahuila e Hidalgo, el pasado mes de octubre, el abstencionismo llegó al 61% y 51%, respectivamente. Los más viejos, los mas jóvenes, los más escolarizados y los de mayores ingresos, son los grupos sociales que tienen el porcentaje más alto de abstención. Por regiones, el norte y centro del país votan menos que en el sur, lo cual ha provocado que a los norteños se les diga electores y a los sureños votantes.

La credencial para votar con fotografía, conocida como credencial de elector o “INE”, es el arma de participación democrática más poderosa de nuestro país. En estos procesos electorales como el que estamos viviendo, todos los partidos políticos y los aspirantes, precandidatos y candidatos a puestos de elección popular, acuden a nosotros no sólo pidiendo, sino suplicando el voto a su favor. Es el único momento en el que los políticos se ponen a merced de los ciudadanos porque, después, una vez que han sido elegidos, ni nos ven ni nos oyen.

El voto es libre, universal y secreto. Respetuosamente sugerimos que usted revise cuidadosamente los perfiles de quienes pretenden ser presidentes municipales, diputados o gobernadores. Si le hace falta información, pregunte y consígala. Vote por quien usted quiera, pero asista a votar e invite a su familia. México lo necesita.

¿Usted y su familia votarán el próximo 6 de junio?

Esa es una duda sustentable.

@mexicanosalgri5