Movilización y convulsión social en el Sur
El sur de América parece estar viviendo una convulsión social sin precedente. En medio de la peor crisis de salud que se tenga registrada en la región, sus sociedades han salido a las calles, ya sea para redefinir el rumbo del país a través de una nueva constitución como en Chile y desaparecer del mapa político a Sebastián Piñeira o aplastar a través de las urnas al golpismo militar con fachada feminista de Jeanine Áñez en Bolivia logrando el regreso de Evo Morales a través de Luis Arce el nuevo presidente.
Esta semana ha resultado muy interesante porque se presentaron dos fenómenos que debilitaron a la extrema derecha. Por una parte, el gran derrotado de las elecciones municipales en Brasil ha sido el fenómeno Bolsonaro.
Sus principales candidatos han perdido en las principales ciudades. Estas elecciones fueron una especie de referéndum para saber cuál era el sentir de los brasileños respecto de su gobierno, y el resultado fue un descalabro muy fuerte.
Según el Tribunal Superior Electoral hubo una participación del 77% de los registrados para poder votar, un número nada menor sabiendo las condiciones sanitarias en las que nos encontramos.
Aún es muy temprano para saber si este resultado será benéfico para el movimiento que encabeza el expresidente Lula Da Silva, pero esta claro que la extrema derecha que aprovechó las condiciones del golpe de estado parlamentario que sufrió Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT) se ha debilitado.
El escandalo de corrupción del PT que quedó expuesto en el caso Lava Jato sigue generando costos políticos muy fuertes a la formación que dominó la escena brasileña durante más de una década.
Lula Da Silva escribió en sus redes sociales sobre los resultados de la elección:
“La extrema derecha de Bolsonaro fue la gran derrotada en estas elecciones; el fortalecimiento de la izquierda y de sus valores humanistas y de justicia social muestra que reconstruir otro Brasil, más fraterno y solidario, es posible”.
Aunque el PT no recuperó la fuerza es claro que partidos de izquierda están intentado recuperar la confianza de los electores, ese es el caso de los partidos Comunista de Brasil y Socialismo y Libertad. En todo caso, el crecimiento del centro derecho también es un mensaje hacía el extremismo de Bolsonaro.
Por otro lado, la actual crisis que vive el Perú está demostrando que la clase política actual perdió su legitimidad, y por ende, sus actos que se han intentado hacer pasar como procedimiento legales quedaron sin efectos por la fuerte movilización popular que los rechazó.
El Congreso votó la destitución del presidente Martín Vizcarra con 105 votos a favor, de los cuales 68 congresistas están siendo investigados por actos de corrupción. Vizcarra llegó al poder por la destitución de Pedro Pablo Kuczynski por estar implicado en la trama de corrupción de Odebrecht.
La prensa jugó un papel importante para debilitar a Vizcarra por sus actos de corrupción que se difundieron ampliamente, lo que usaron los golpistas parlamentarios para imponer a Manuel Merino. Esto desató una revuelta popular, que hasta el momento lleva un saldo de dos jóvenes muertos, lo que provocó que Merino no pudiera mantenerse ni una semana en el poder.
La crisis política es de larga data, desde 1985 todos aquellos que han ocupado la presidencia han sido juzgados. Lo que habla de un problema sistémico en su sistema político, no por nada se está planteando la necesidad de un acuerdo político plasmado en una nueva constitución.
Francisco Sesgati es el nuevo presidente interino, que tendrá que convocar a elecciones presidenciales para abril de 2021. Lo que implica mantener la estabilidad sin que ningún poder de la república tenga la legitimidad para ello, lo cual parece estar aún más complicado por la fuerte movilización que se desarrolla en el país andino.
El nuevo silencio de Luis Almagro y la Organización de Estados Americanos en este episodio demuestra la falta de legitimidad política para resolver conflictos en la región cuando la carta democrática es vulnerada. Después de su fracaso por el apoyo al golpismo boliviano, Almagro se ha dedicado a rehacer su discurso intervencionista sin éxito.
Resulta sumamente ilustrativo que tanto Chile, Brasil y Perú hayan conformado el denominado Grupo de Lima para respaldar la presidencia fake de Juan Guaidó en Venezuela e intentar romper los esfuerzos por la unidad latinoamericana que se expresaba en organismos como la CELAC, el UNASUR y el ALBA.
América Latina parece estar entrando en un periodo de redefinición histórica, y la movilización popular que se levanta producto de la crisis económica y sanitaria que vive la región se ha volcado a que los procesos democráticos sean respetados y que sean la única vía legitima para la resolución de las diferencias políticas.
Ahí está una de las respuestas de los pueblos a los golpes de estado que comenzaron en Honduras en este siglo.