Comunidades mayas denuncian a granjas porcinas por contaminar agua con heces fecales en Yucatán

Comunidades mayas acusan a empresas de operar en desacato judicial y exigen sanciones penales
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Granjas porcinas en Yucatán contaminan agua potable

Comunidades mayas y activistas ambientales denunciaron que al menos 10 localidades de Yucatán enfrentan contaminación de agua potable con bacterias fecales, provocada por granjas porcinas que continúan operando en la región pese a órdenes judiciales que exigían su cierre.

Estudios recientes de instituciones académicas revelaron la presencia de coliformes fecales y E. coli en pozos y tuberías de municipios como Chocholá, Kopomá, Kinchil, Maxcanú, Santa María Chi, San Rafael y Paraíso, entre otros. Incluso, se confirmó que la contaminación proviene de desechos de cerdos y no de humanos ni de fauna silvestre.

Riesgo para la salud y la vida comunitaria

La activista y abogada Lourdes Medina Carrillo advirtió que esta situación representa un riesgo para la salud de niñas, niños y adultos mayores, quienes son más vulnerables a enfermedades gastrointestinales y dermatológicas. Pobladores señalaron que deben comprar garrafones de agua incluso para bañar a sus hijos, pues el agua de la red les provoca ronchas en la piel.

En Santa María Chi, la empresa Pecuaria Peninsular continúa en funciones a pesar de que un juez federal ordenó su cierre en 2024. Aunque fue sancionada con una multa superior a 14 millones de pesos, no la ha pagado y mantiene operaciones, lo que los vecinos consideran un desacato a la ley.

Exigen acción de las autoridades

Las comunidades señalan que ya no basta con más estudios o diagnósticos, y exigen la intervención inmediata de las autoridades federales como Profepa y Semarnat para clausurar las granjas ilegales y aplicar sanciones penales a sus dueños.

Además de la contaminación del agua, los olores fétidos afectan la vida diaria y han generado pérdidas económicas. En Maxcanú, los apicultores perdieron en 2019 la certificación de su miel orgánica por la cercanía de los criaderos, con pérdidas calculadas en un millón y medio de pesos, además de la afectación a su relación ancestral con las abejas y la tierra.

Clima de hostigamiento

Los habitantes también denunciaron amenazas contra quienes defienden el territorio y alzan la voz, lo que ha incrementado el clima de tensión en la región y, aseguran, pone en riesgo tanto su salud como su seguridad.

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Eréndira Rangel