Programa de ordenamiento

El turismo convencional y el crecimiento urbano sin una planeación adecuada impactan el medio ambiente, la salud pública, la economía y la seguridad alimentaria del municipio.
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Fernando Castro

Los municipios de Puerto Vallarta y Bahía Banderas han experimentado a lo largo de los años una pérdida del 90% de su territorio de manglares, transformando lo que antes era un refugio ideal para la biodiversidad mexicana en zonas de desarrollo turístico, dejando no solo la huella del hombre, sino un impacto irreversible en la biodiversidad costera.

El turismo convencional y el crecimiento urbano sin una planeación adecuada tienen un impacto significativo no solo en el medio ambiente, sino también en la salud pública, la economía y la seguridad alimentaria del municipio.

Esta presión constante sobre el territorio supera la capacidad de carga de los ecosistemas y, aunque no todo el turismo y desarrollo urbano tienen un impacto negativo significativo, la mayoría no opera de manera responsable y sostenible.

Por lo tanto, la implementación de un instrumento de planeación del territorio se volvió crucial para los habitantes de Puerto Vallarta.

Este instrumento tiene como objetivo orientar las actividades económicas y productivas a través de la regulación de los usos del suelo y, en donde la participación social, real y efectiva, juega un papel fundamental como eje rector de este proceso, ya que busca disminuir los conflictos socioambientales actuales y prevenir los futuros.

La expansión de hoteles, condominios y centros turísticos se ha convertido en una carrera desenfrenada por aprovechar los recursos naturales y maximizar los beneficios económicos, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo.

Es en este momento donde se hace la propuesta de implementar el Programa de Ordenamiento Ecológico Local Participativo del Municipio de Puerto Vallarta.

Concebido como una respuesta directa a los cambios bruscos de uso de suelo generados por el sector inmobiliario, este programa representa un esfuerzo conjunto entre las autoridades locales y la sociedad civil organizada para salvaguardar el patrimonio natural de la región.

Este compromiso no solo ha impulsado la formulación del POELP-PV como un proceso participativo, inclusivo y corresponsable, sino que también marca un punto de inflexión para revalorizar el territorio y consolidar una gobernanza local sólida, mediante un instrumento que aborda las necesidades actuales y protege aquello valioso para el desarrollo de las generaciones futuras.

La importancia de este instrumento de ordenación va más allá de la elaboración de políticas públicas y programas ambientales. Su verdadero poder reside en su capacidad para construir consenso, defender los intereses comunes y respaldar activamente la implementación del POELP-PV, mediante el diálogo, la colaboración y el compromiso compartido, convirtiéndose en un motor de cambio, inspirando a la comunidad a asumir un papel activo en la protección de su territorio.

En este sentido, el POELP-PV no solo busca resolver las problemáticas socioambientales actuales, sino que también se proyecta hacia el futuro. Al establecer políticas, lineamientos, estrategias y criterios de regulación ecológica que promueven la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales.

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